jueves, septiembre 5, 2024
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La agricultura en su peor momento

La producción del país, en sus diversos sectores, pocas veces se ha encontrado en una situación tan crítica como en el momento actual. En efecto, todos los rubros, unos más que otros, se encuentran en declive, pero el que registra mayor gravedad es el referido a la producción agrícola y, posiblemente, como nunca se haya registrado en la historia económica nacional.
La producción minera está en descenso o estancada en niveles muy bajos. Igual cosa ocurre con la producción industrial, tanto estatal como privada, pero especialmente en la primera. El turismo está en ruinas. El comercio ha descendido en actividad, etc.
Los datos estadísticos más alarmantes provienen del sector agropecuario, en especial de la región tradicional andina, cuyos índices siguen bajando, no solo en estos últimos años, sino desde anteriores. Para la producción total del año agrícola del año pasado se registra una caída de producción en relación con el año anterior, disminución que podría aumentar debido a que las causas que determinan ese estado de cosas continúa inalterable y no ha merecido ni el menor interés de las autoridades nacionales.
La producción agrícola en el año 2019 fue solo de 21.064.194 toneladas, mientras la del año 2020 bajó aún más, o sea a 19.763.982 toneladas. En forma concreta, ese descenso se produjo en la producción de quinua, maíz, papa, fruta y otros, datos atribuibles a que la agricultura ha sido abandonada en las regiones donde antes esta actividad era la más importante del país. Basta citar que en el altiplano unas 500 mil hectáreas han quedado abandonadas y no producen ni para abastecer a sus ocupantes, que viven en la miseria y su único interés es migrar a las ciudades, donde encuentran algo para comer y vestirse. Pero el problema de la caída de la producción agrícola del país no se limita a eso. Sus efectos son catastróficos.
En efecto, la caída de la producción agrícola determina la parálisis de sectores industriales que dependen de su funcionamiento, así como determina el desempleo, bajos salarios, etc. Pero, hay algo peor que eso. Es la causa para que las poblaciones urbanas no tengan alimentos, lo cual, a la par, origina que ante la escasez se recurra a importar alimentos por parte del Estado y, en especial, por vía del contrabando. Ni qué decir de la fuga de divisas.
Se puede sacar algunas conclusiones sobre esa realidad. No existe política agraria ni agropecuaria de parte del gobierno estatal encargado de atender este problema. Tampoco hay alguna soberanía y seguridad alimentarias. En síntesis, si antes había ministerio de Agricultura, pero no había ministro, ahora no hay ni ministerio ni ministro que enfrenten esta candente cuestión.

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