martes, septiembre 3, 2024
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¡Federalismo sí!, pero ¿para qué?

Si la respuesta a la pregunta que provoca este artículo está referida a superar el intervencionismo del Gobierno Central en la administración de los recursos departamentales y municipales o la necesidad de lograr el debido respeto institucional del Nivel Central del Estado, para con las competencias de los Gobierno Autónomos, es nuestro deber resaltar el error de dicha motivación, pues el federalismo no está diseñado específicamente para resolver temáticas que, en principio, pueden ser atendidas por el autonomismo.
Es pertinente mencionar que el federalismo y el autonomismo son parte de la familia de los Estados compuestos, cuya esencia responde a un criterio básico de reconocimiento de las asimetrías presentes en los estados plurinacionales, mediante el ejercicio de una serie de competencias, sobre las cuales y por virtud constitucional, los gobiernos departamentales, municipales e indígenas originarios campesinos ejercen titularidad.
Al ser de la misma especie, el autonomismo y el federalismo son complementarios, no obstante, responden a ciertas particularidades. De tal manera que, temas como planificación, organización institucional, generación y administración de recursos, etc., hacen al interés principal del modelo autonómico, mientras que el federal se enfoca en aplicar criterios de autogobierno en actividades judiciales. Dicho de una manera más clara, la autonomía descentraliza política y administrativamente las actividades de los órganos Ejecutivo y Legislativo, mientras que el federalismo se ocupa de ejercer la misma actividad en las funciones del Órgano Judicial.
Las ansias federalistas deben estar encausadas a romper el monopolio estatal en el ejercicio de las competencias de administración de Justicia y Codificación sustantiva y adjetiva en materia civil, laboral, comercial, penal, etc., siendo que los graves problemas jurídicos e institucionales que, gracias al intervencionismo del Gobierno Central, padece el modelo autonómico boliviano, pueden ser superados con modificaciones legislativas, que en todo caso no implican una reforma judicial, que bajo nuestra mirada es muy poco recomendable, dada la actual coyuntura política de nuestro Estado.
El debate federal no puede estar condicionado a un romanticismo improductivo, que nos convierta en «El Quijote que se estampa contra molinos de viento», al contrario, nuestra reivindicación tiene que estar fundamentada en criterios claros y objetivos. Es por este motivo que se extraña una propuesta federal sustentada en argumentos científicos serios, que tengan vocación de victoria.
Ante dicha falta de contenido, creemos que es imprescindible elaborar una agenda pre federal, en donde sean fijados los siguientes hitos u objetivos a cumplir: 1) Departamentalización de la Justicia, por la cual la Asamblea Legislativa Plurinacional delegue a los Gobiernos Autónomos Departamentales la pre selección de los magistrados del Tribunal Constitucional Plurinacional y magistrados del Tribunal Supremo de Justicia. 2) Autonomización impositiva, que asegure una distribución de recursos de manera equitativa entre el Nivel Central del Estado y los Gobiernos Autónomos, sin aumentar la carga arancelaria a los ciudadanos. 3) Erradicar la condicionalidad financiera, consistente en abrogar toda la normativa nacional que obliga a los Gobiernos Autónomos a destinar sus recursos propios para financiar competencias exclusivas del Gobierno Central. 4) Definición de Deuda centralista, por la cual se realicen procesos de conciliación de cuentas para definir la deuda que tiene el Nivel Central del Estado con los Gobiernos Autónomos. 5) Invasión competencial del Nivel Central del Estado, a efecto de abrogar o derogar toda la normatividad emitida por el Nivel Central del Estado, que invada competencias autonómicas. Habiéndose trabajado la agenda propuesta, estaremos en condiciones de asegurar un verdadero Estado federal y no una maqueta diseñada a gusto y comodidad del centralismo, como hasta ahora.
Por último, es importante remarcar que no se debe enarbolar las banderas federales solo por el simple hecho de verlas flamear, tal temática es muy sensible como para tomársela a la ligera. Construir una Bolivia Federal no se logrará añorando cabildos o pasadas glorias autonómicas, sino construyendo nuevas victorias, que arrebaten de las manos centralistas el autogobierno que por derecho nos corresponde.

El autor es Doctor “Cum Laude” en Derecho
Autonómico.

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