La violencia simbólica se da en diversos campos, en comunicación, mensajes con estereotipos, valores, signos que reproducen dominación. En algunos casos, la desigualdad y la discriminación en las relaciones sociales se las realiza de manera natural. La violencia simbólica se da en complicidad entre la víctima y los representantes, en algunos de manera inconsciente a través de estrategias construidas socialmente.
Se produce a través del hábito, que es un proceso donde se desarrolla la reproducción cultural y se naturaliza ciertos comportamientos y valores. La escuela es un modelo de violencia simbólica, donde se justifica de manera cultural la violencia, siendo que la sociedad es la relación de poder entre dominantes y dominados.
La violencia simbólica no es perceptible como la violencia física, pasa desapercibida, parece inofensiva, se transmite en espacios de socialización, como la publicidad, en letras de las canciones, refranes y en algunos dichos populares, novelas, historias, entre muchas en las que se naturaliza la subordinación.
El resultado de la violencia simbólica es una imposición de poder arbitrario, sin mostrar las relaciones de fuerza. Se impone significaciones como si fueran legítimas. Son hábitos de vida que son reflejo de intereses simbólicos y materiales de grupos dominantes.
En las unidades educativas los sujetos interiorizan los éxitos y fracasos como propios, a la vez se reproduce la cultura dominante y de las relaciones de clase. La violencia simbólica es la acción pedagógica impuesta. En otras palabras, poder que logra imponer significados como si fueran legítimos, a su vez la escuela impone la violencia simbólica sobre los estudiantes.
Por la violencia simbólica se considera a la cultura dominante como necesaria, se desvaloriza a otras culturas, se resguarda y facilita la reproducción de la estructura social de la cultura dominante y a la vez se transforman las desigualdades sociales en los escolares. Para Bourdieu los maestros están siempre atentos al lenguaje que usan los estudiantes.
Por las formas de interactuar y percibir la realidad, la escuela privilegia los códigos elaborados, a la vez se explican las relaciones de poder basadas en relaciones de clase. La escuela ejerce el control social y transmite cultura y contenidos.
Para lograr hegemonía, la clase dominante ejerce un control moral e intelectual, a la vez se articula un discurso y aparecen sus propios intereses, siendo éstos universales y objetivos.
Los maestros deben convertirse cuando van a trabajar a una determinada comunidad. En algunos casos, los espacios de trabajo se convierten en poderes que van desafiando los diferentes contextos políticos, económicos, jurídicos, entre otros, para tratar de cambiar la educación de Bolivia.
El maestro o maestra día a día debe buscar la transformación de la realidad y de la sociedad a través de estar al tanto de los cambios, siendo más propositivos y reflexionando para mejorar su desempeño. Lo que se debe buscar es una resistencia ante la violencia simbólica.
Para resistir a la violencia simbólica el maestro tiene que inculcar la conservación de la cultura real, no de la cultura dominante, no la alienación, trabajando temas como la intraculturalidad e interculturalidad y no ser parte de los instrumentos de la dominación y reproducción.
Los maestros debemos lograr que los estudiantes desarrollen la autonomía de un aprendizaje con sentido y que aprendan a aprender por sí mismos.
La violencia simbólica en educación
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