El gobierno de Luis Arce salió al frente de la tormenta que azota al frente azul para explicar al jefe de su partido, Evo Morales, que no hay otro líder en el MAS y que las «tensiones internas siempre han existido».
«Nuestro instrumento político es una obra colectiva del pueblo, que le costó vidas y muchos sacrificios. Dentro de ella, es indiscutible y fundamental el liderazgo del hermano Evo Morales Ayma en la conducción del MAS, en la revolución democrática y cultural, la construcción de nuestro Estado Plurinacional, de una patria grande digna y soberana, y en la lucha inclaudicable por una sociedad con justicia social» se lee en un comunicado emitido por el Ministerio de la Presidencia.
La aclaración surge en un contexto marcado por la «purga» interna de «traidores» o críticos en el partido de Morales como la expulsión del diputado Rolando Cuéllar o la dirigente intercultural Angélica Ponce.
Arce explica en el comunicado que desde la victoria del MAS en 2005, Bolivia vivió «profundas transformaciones» hasta que en 2019, «las fuerzas conservadoras nacionales, con el apoyo de la derecha internacional, gestaron un golpe de Estado en nuestro país. El objetivo final siempre fue la restauración de la república colonial y la restitución del modelo neoliberal para saquear nuestro Estado».
El jefe del MAS advirtió que en su partido «no hay división» sino «traición» lo que encendió las alarmas en el gobierno después de la polémica por una denuncia del ministro Eduardo Del Castillo en sentido de que diputados y dirigentes se estarían enriqueciendo con el negocio de la coca.
Las declaraciones encendieron la ira de la dirigencia cocalera encabezada por Morales que dio 24 horas a Del Castillo para que identifique a los «barones de la coca», pero la autoridad retrocedió, se disculpó y se desdijo. Según explicó, se refería en concreto a un diputado de Yungas y que lo denunciará ante las instancias correspondientes.
Arce explica a Morales que la «derecha» ha reforzado «las tácticas no convencionales utilizando todo el poderío de la guerra multidimensional a la espera de lograr la implosión de las fuerzas internas de nuestro proceso de cambio. Quieren dividirnos para vencernos porque saben que unidos somos invencibles. Y por esta razón es que la agenda mediática, que se pretende instalar, pasa por posicionar divisiones en el MAS».
Después se compromete, desde el gobierno, a «cuidar la unidad, por sobre cualquier discrepancia interna» aunque precisa que «las tensiones internas siempre han existido y existirán en los procesos revolucionarios, más aún en un instrumento político que aglutina a millones, pero su desarrollo debe derivar en un debate fructífero y de resolución democrática de las contradicciones para enfrentar, aunque con enfoques diversos, las amenazas que nos acechan». (Brújula Digital)