Miles de valiosas vidas se van perdiendo cada año por causa del suicidio, lastimosamente pareciera que poco a nada se hace para revertir esta situación.
El suicidio dentro de la sociedad sigue siendo un tema tabú, del cual es mejor no hablar. El ser humano prefiere perder el tiempo tratando temas coyunturales, muchas veces vacíos de contenido, pero ricos en estupidez, mientras tanto miles y miles de jóvenes, ahogados en la tristeza y la desesperación, deciden quitarse la vida, pasando de esta manera a formar parte de las escalofriantes estadísticas de suicidios en el mundo.
Para muchos es desconocido que la segunda causa de mortalidad entre jóvenes es el suicidio, ganándole al cáncer e incluso al Covid. Parecería que se prefiere no tocar a profundidad este tema, porque con ello se desenmascararía a nuestra sociedad mal llamada progresista, en la que lastimosamente nos desenvolvemos.
Nuestra sociedad va perdiendo el rumbo, relativiza las prioridades y depreda a los más débiles. Las exigencias del Siglo XXI imponen un ritmo de vida totalmente acelerado. Los padres de familia ya no tienen tiempo para sus hijos, los cuales son casi condenados a crecer solos, sin guía alguna; el egoísmo carcome el corazón del ser humano, ya no hay tiempo para escuchar al otro, mucho menos preocuparse por lo que siente o necesita. El ser humano se ha convertido en una isla en medio de un mar de personas.
La Internet y las redes sociales son los únicos medios de escape y de socialización de ideas por parte de los jóvenes, pues éstos ven a diario cómo se les cierran los espacios para ser escuchados. La red se ve inundada de mensajes lastimeros y tristes, llenos de angustia, los jóvenes gritan su dolor, pero aun así muy pocos son escuchados.
Los jóvenes piden ser escuchados, lastimosamente esto no sucede. La coyuntura política, económica, deportiva o inclusive hasta la tonta farándula tienen prioridad, relegando a la juventud a un olvido doloroso; eso sí, cuando en los noticieros se aborda sobre algún suicidio, la morbosidad aflora en toda su magnitud, pero jamás se profundiza sobre el tema, es mero morbo y ya.
Definitivamente nuestra sociedad pierde su tiempo en discusiones inútiles y vacías, mientras tanto, miles de jóvenes se quitan la vida. Pese a ello se prefiere mirar para otro lado, no se entiende por qué miles de jóvenes mueren de tristeza y desesperanza; tampoco se entiende cómo el ser humano puede llegar a ser tan egoísta y mezquino. Ningún modelo económico o político sirve si sus jóvenes prefieren la muerte a la vida, tampoco sirven de mucho las ciencias humanas si no tiende la mano a los que realmente la necesitan.
Miles de jóvenes pierden la vida al año por suicidio y con ellos se va la esperanza de nuestra maltrecha sociedad. Si los jóvenes mueren de tristeza, entonces ya vivimos en una sociedad muerta.
Marcelo Miranda Loayza, Teólogo y Bloguero.