jueves, agosto 1, 2024
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Un sentido de responsabilidad

Apuntes contra la cultura dominante que busca romper nuestra historia condenándola al olvido mágico queriendo continuar la conquista de nuestra América en llamas, pero un ejército de insumisos clama…. ya no más.
Es usual que proclamemos la existencia de la vida desde la fe o fuera de ella. El hecho es que la vida debemos vivirla desde la práctica de la trascendencia. En este punto es también usual que se manifieste la existencia de un ser especial. Y en ese considerando surge para el hombre muchos sentidos de su existencia y por qué y el para qué, y cuál es su Dios. Sea el que sea, no le quita al hombre su esencia de amor, su magna responsabilidad de ser hombre y su presencia transformadora para generar sentido de amor, apoyo, solidaridad, servir y compartir.
El ser humano se llena de planes, proyectos, ambiciones, deseos que buscan realizarse a través de la actividad del trabajo justo, honesto y digno. Superar los logros y los obstáculos le abre al ser humano dimensiones de grandeza espiritual. Pero el punto radica en que ese querer si no está bien ordenado y con profundo sentido humano puede traer frustraciones, haciendo de la vida una permanente tragedia que le hace perder el sentido de ésta y la felicidad.
El ser humano pasa hoy por un fenómeno muy latente… Se cree el amo absoluto terrenal, sin detenerse a pensar que ese absoluto es efímero. Vemos la muerte solo para los demás no pensando que desde que nacemos estamos muriendo, que nos desgastamos corporalmente sin crecer nuestro interior espiritual. Vivimos el homus deus que nos encumbra sobre un pedestal mirando al otro sin reconocerlo, sumiéndolo en el lado de los invisibles. Todo es social. Existe un mundo con sus componentes para que, dándole existencia social, sirva para nuestra vivencia común respetando lo que poseemos para integrarlo al desarrollo comunitario en un estado que descienda al hombre con una gobernabilidad justa, equitativa y social.
El sentido de la vida enseña que mientras decrecemos exteriormente, debemos crecer interiormente. Teológicamente la muerte está ligada al pasado. Esto quiere indicarnos que las decisiones tomadas a lo largo de la vida pesaran al final… Según hayamos sembrado, así mismo será la cosecha.
Bien lo dice Aristóteles… “La unidad de la vida se alcanza cuando nuestras acciones humanas concurren y llevan a la participación del buscar en la medida que produce un supremo gozo”.
Bajo este escenario no podemos pensar que la felicidad es un obtener y. acumular ambiciosamente infinitos materiales, pues con ello estamos cerrando la puerta a la felicidad. Ese supremo gozo es el compartir y el servir al estilo de quien nos enseñó a sentir al otro, a amarlo.
Respetando toda creencia debemos repensar que la situación del hombre en la tierra le permite en ella hacer cielo, infierno, purgatorio o nada, según sus principios. Y hacer en la tierra estos estados es actuar de tal manera simple y sencilla como nos lo enseñó el maestro Jesús, de tal manera que nuestra conciencia nos va imprimiendo el carácter y el discernimiento de lo bueno, lo malo, lo injusto. En otras palabras, si conocemos el mensaje del amor, su pedagogía, no es difícil establecer la diferencia. Cada uno reflexionará, cada uno accedería a su conciencia con verdadera libertad y sentido de responsabilidad sobre la conducta que está asumiendo en la vida.

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