lunes, noviembre 4, 2024
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En 197 años de historia

Los pueblos, grandes y pequeños, poseen gobernantes en sintonía con su idiosincrasia y el nivel de cultura que poseen. Es algo indudable. Son dos elementos que determinan, quiérase o no, el destino de los pueblos. De ahí que unos representan el avance y el desarrollo, y otros el retroceso o el resultado desastroso.
Bolivia tuvo, en ese marco socio-cultural, gobernantes que no tuvieron visión de país y menos la inquietud para ocupar el espacio territorial, buscando la diversificación económica. Nos referimos a aprovechadores, oportunistas e infames, entre civiles y militares, durante estos 197 años de existencia como nación independiente. Que hicieron de este jirón patrio su feudo para proteger sus intereses particulares. Para amasar inmensas fortunas, a la sombra del poder político, con recursos naturales provenientes del suelo y del subsuelo. Lo hicieron en desmedro de los supremos objetivos nacionales. Muchos de ellos en connivencia con iniciativas foráneas. Sus dineros fueron resguardados, como bien se sabe, en entidades financieras del exterior. Con esas prácticas generaron divisas y manipularon, a su antojo, al pueblo. Con raras excepciones, desde luego que sí.
Aquellos subastaron la soberanía nacional. Entregaron, con la mediación de instancias internacionales y la aplicación de tratados ominosos, extensos territorios, ricos en recursos naturales, renovables y no renovables, a potencias vecinas, que alentaron, y quizá aún alientan, propósitos expansionistas. Acá, en consecuencia, nadie podrá esquivar la condena de la historia. Ya no hay tiempo para el arrepentimiento ni para aducir acendrado patriotismo. Menos para lavarse las manos.
Debido a esos despropósitos, el territorio nacional, que originalmente abarcaba una superficie territorial de 2.363.769 Km2, fue reducida a 1.098.581 Km2. Sus recursos naturales, del suelo y subsuelo, costearon y aún costean el crecimiento económico de quienes, en el pasado, nos agredieron, nos humillaron y pisotearon, provocándonos el desmembramiento territorial o el enclaustramiento marítimo. El invasor logró un fallo favorable en la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en relación con nuestra demanda marítima, que se ha constituido en la manzana de la discordia en la región. Para los bolivianos no fue cerrado ese tema, de vital importancia para las generaciones de todos los tiempos.
Chile usurpó a Bolivia 180.000 kilómetros cuadrados, Argentina 170, Brasil 450, Perú 250 y Paraguay 240. Ahí está la mitad de nuestro espacio territorial perdido. He ahí el legado que nos dejaron los “enviados”, quienes manejaron a su libre albedrio el destino de la Patria.
Aquellos, que desempeñaron el primer cargo de la administración pública, se sometieron, por intereses económicos o por afinidad ideológica, a los dictados de los poderosos, que lideraban la política internacional en su tiempo. Sus fotografías, en vez de ser borradas de la memoria histórica, aún ilustran calendarios, textos escolares y libros de historia nacional. Es una vergüenza, un insulto, indudablemente, a la inteligencia y al patriotismo de quienes aman a Bolivia. De quienes no solo están identificados, sino comprometidos con ella.
En suma: deberíamos ser muy cuidadosos, en adelante, a tiempo de elegir a nuestros gobernantes en democracia, en particular. Tenemos que pensar dos veces antes de emitir nuestros votos.

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