viernes, septiembre 27, 2024
InicioSeccionesOpiniónUn resabio de la República

Un resabio de la República

La empleomanía en la administración pública es un resabio de la República, que no fue erradicada por el Estado Plurinacional. Continúa su curso, causando al país una enorme sangría económica. Su tendencia es ascendente, debido que por medio están los intereses sectarios, de quienes buscan perpetuar, aprovechando la potabilidad democrática, sus inquietudes político – ideológicas. De ahí que no se animaron a “poner el cascabel al gato”. Se imponen los mismos afanes del pasado mediato e inmediato, en este renglón específico.
Ese mal endémico, o la obsesión por obtener un puesto, seguro, cómodo y bien remunerado en dependencias públicas, se constituyó, desde los albores de la República, en una carga dispendiosa para el Estado. Ha evitado atender, inclusive, las necesidades más elementales de sectores empobrecidos. Debilitó, en consecuencia, la economía nacional. Tales hechos se registraron en épocas de conflagración internacional y de paz social.
Los políticos son los más propensos a asumir las señales de la empleomanía. Y surgieron, de tal manera, los nuevos ricos, los omnipotentes o los “enviados”, quienes manejaron a su antojo y capricho el destino de Bolivia, en dictadura y democracia.
El presidente de la República, mariscal Andrés de Santa Cruz, ya había anticipado su preocupación al respecto, en mensaje al segundo Congreso Constitucional, de 1833. “No obstante las felices disposiciones en que se encuentra Bolivia, hay algunas causas, que en cierto modo entorpecen sus progresos, y que sería necesario remover en cuanto lo permitan las circunstancias. Entre ellas puede designarse la enorme lista de empleados públicos, que no corresponden a su población, ni a sus necesidades y que fomentan la empleomanía, y las aspiraciones a vivir sólo de las rentas del Estado…”, señaló.
Una frondosa planta de empleados públicos succiona hoy, mensualmente, más o menos 4.000 millones de bolivianos, por concepto de haberes. Habría, según estimaciones de profesionales e instituciones que hacen el seguimiento respectivo, entre 400 y 500.000 burócratas que viven a costa de los impuestos del ciudadano boliviano. En circunstancias que se debería adoptar políticas de austeridad, con la reducción numérica de aquellos vividores. He ahí la empleomanía de nuestros días. Ahí tenemos a “la burocracia insensible y bien pagada”, sin vocación de servicio a la Patria y que, más bien, se sirve de ella para satisfacer sus apetitos personales.
Se debería adoptar medidas de austeridad, en vista de que la producción de gas ha declinado. Ya no representa el “milagro boliviano”, como antaño. Ya no genera cuantiosos ingresos, como en los primeros años del 2000. La esperanza está cifrada en el rubro minero, que ha inyectado considerables montos, recientemente, al tesoro de la Nación. Además de otros productos no tradicionales.
El Estado, desgraciadamente, debe cubrir aquella millonaria planilla. No importan la pobreza, el hambre ni el desempleo de la hora. Al parecer se trata de pagar favores políticos, aumentando la planta burocrática estatal.
En suma: se impone reducir el número de empleados públicos, por el bien común.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES