martes, julio 30, 2024
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Solo con unidad y capacidad se puede solucionar problemas

Aunque muchos problemas no los enfrenta directamente la población, hay hechos que influyen mucho en el comportamiento de algunas autoridades que no muestran coherencia, y decisión que debe existir en todos sus miembros. Lo cierto es que la solución de dificultades tiene que ser encarada mediante acuerdo pleno de gabinete y hasta con intervención directa de entidades que tengan que ver con el caso, con miras a evitar situaciones difíciles en el futuro inmediato. El país es entidad homogénea y sus autoridades deben actuar al unísono de ello; de otro modo, diferencias o discrepancias pueden ocasionar problemas que, luego, impidan una debida realización. Hay ocasiones en que, por determinados detalles se muestra desacuerdos sobre lo que hay convicción clara en el gabinete, no así en “el partido” que, según quien gobierne, debe tener acción importante. Si el partido que está en el poder no entiende que su función es de asesoramiento y ayuda consejera de las autoridades y se pretende que tenga funciones decisorias, todo puede tender al fracaso, porque “el partido” no gobierna, solo aconseja, asesora, no tiene autoridad alguna y ninguno de sus miembros puede mostrar diferencias sustanciales que hagan variar la conducta o decisión gubernamental.

Unidad, coherencia y respeto por las decisiones gubernamentales tienen que ser normas que debe cumplir el partido y, si las diferencias son importantes, hacerlas notar al ministro del área para que él las haga conocer en el seno del gabinete y sea éste el que examine y decida lo más conveniente en consulta con el Presidente para que decida. No convienen acciones unilaterales o actitudes que signifiquen tener autoridad sobre el gobierno. El gobierno es de la nación y sus miembros han sido elegidos por el Presidente; en cambio, “el partido” debe cumplir simples labores de asesoramiento. Es importante, pues, que el propio Primer Mandatario, conjuntamente las cabezas partidarias, debe poner a cada uno en el plano de sus competencias: uno es el gobierno, cabeza de todo, y otra muy diferente, “el partido”, cuya labor debe ser simple, ocasional y circunstancial.

Es muy importante que quienes cumplan funciones de autoridad asuman que deben brindar un servicio. Y es que quienes acuden a una dependencia gubernamental, lo hacen en demanda de un deber que debe cumplir el funcionario, que comprendan que para eso han sido elegidos y entiendan que el cargo no está a su servicio. Corresponde, pues, que actúen los servidores públicos como lo que son: servidores y deben obrar con respeto, honradez y responsabilidad. Deben hacerlo dialogando, conviniendo con la parte interesada y, de ser necesario, con intervención de otros funcionarios que podrían estar al tanto de lo que se tiene que hacer. El diálogo, hecho con cordialidad y respeto, siempre será beneficioso; en cambio, la imposición, la prepotencia, la orden del que tiene poder y no sabe de respeto ni consideración por los derechos ajenos, no merece tolerancia. La solución de cualquier problema está, pues, en manos de funcionarios que deben obrar con altura y decencia, dialogando con miras a lograr éxito.

Todo funcionario debe comprender que lo que haga bien irá en su provecho. Los componentes del régimen –en diversas funciones– son los llamados a conseguir el éxito del gobierno, pero si actúan en sentido contrario, solo cosecharán fracasos. Seguramente el gobierno tiene que enfrentar muchos problemas que requieren de atención privilegiada de los servidores y éstos, por la honra otorgada, deben cumplir dignamente lo que se les pida, bajo signos de confianza y buena fe.

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