Nos vemos comprometidos, para muchos, a traducir del latín al castellano la frase “Actioni contrariam semper & æqualem esse reactionem: sive corporum duorum actiones in se mutuo semper esse æquales & in partes contrarias dirigi”, para una mejor comprensión. La frase nos indica que: “Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto”. Es el enunciado de una ley probablemente estudiada por nuestros lectores en la enseñanza media reciente o algunos “almanaques atrás”, siendo esta la Tercera Ley de Newton o Principio de Acción y Reacción.
¿Newton? Isaac Newton fue un físico y matemático inglés de los siglos XVII y XVIII (nació el 4 de enero de 1643 y murió el 31 de marzo de 1727 a los 84 años) conocido principalmente por: Establecer las bases de la mecánica clásica a través de sus tres leyes del movimiento y su ley de la gravitación universal; Desarrollar el cálculo integral y diferencial (de forma simultánea e independiente de Gottfried Leibniz), y descubrir que la luz blanca está compuesta por el conjunto de todos los colores.
Fantástico para unos, aburrido para otros, ¿pero por qué saco a colación hoy la ley en cuestión (Tercera)? Para una mayor comprensión citamos ejemplos donde se evidencia la misma: cuando queremos dar un salto hacia arriba, empujamos el suelo para impulsarnos. La reacción del suelo nos hace saltar hacia arriba; cuando empujamos a un automóvil, nosotros también nos movemos en sentido contrario. Esto se debe a la reacción que la otra persona o el automóvil hace sobre nosotros, aunque no haga el intento de empujarnos a nosotros.
Ley que se evidencia en el aula de clase, cuando se alza la voz (acción) a un estudiante o grupo de ellos y se asombran, enmudecen (reacción), por supuesto hecho reprobable e innecesario. Ejemplo último donde es aplicable a la conducta o comportamiento de los seres humanos.
Cito otro ejemplo: ¿por qué cuando nos equivocamos (acción), como puede ser la entrega de un informe, la veracidad de la información, un objeto que se cae y se destruye, solemos justificarlo todo o casi todo, con respuestas banales (reacción)? ¿No sería más oportuno decir: “lo siento, yo soy el responsable y asumo las consecuencias” ?, respuesta (reacción) que responde a un análisis autocrítico y cuya consecuencia posiblemente sea valorada propositivamente por el directivo o autoridad, con un llamado de atención, o “que no vuelva a ocurrir”, a diferencia de una “historia no real, como justificación”, lo cual pone en tela de juicio el desempeño de una persona cuando no es sincera ante un hecho, cualquiera fuese.
El rol del docente –que educa, que forma– es de suma importancia; un aula de clase no es más que un hervidero de experiencias de jóvenes arduos de aprender, pero también de ser educados, con problemas muy disímiles, personales, familiares, donde tenemos la obligación de atenderlos. Le sugiero para concluir que, en la clase siguiente, previo al comienzo de la misma haga un reconocimiento público (acción) al mejor estudiante por los resultados que viene alcanzando hasta el momento (puntualidad, participación, entrega de trabajos, asistencia a clases, etc.), y el rostro del mismo posiblemente se enrojezca e inclusive se logre una sonrisa (reacción).
Un consejo: ¡Aprenda a ser autocrítico y transmita, y el planeta Tierra será mejor! ¿Lo es usted?
El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.