jueves, julio 25, 2024
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Pueblos libres, uníos

Por una paz mundial que allane el camino de la tolerancia, del respeto a la vida, a los derechos humanos, a las libertades ciudadanas y la libre determinación de las naciones, pueblos libres, uníos. Tales objetivos fueron vulnerados, desde el 24 de febrero del pasado inmediato, por la plutocracia rusa, con la invasión a Ucrania.
Los países que practican la democracia, y asumen el Estado de derecho, están conminados a tomar parte, en defensa de aquella nación, flagelada por intereses hegemónicos. Es el momento de poner un alto a las acciones invasoras, extremando esfuerzos, a como dé lugar. Hasta que revisen sus actos y depongan sus afanes de conquista.
“La creciente destrucción y la brutalidad de la guerra moderna acabarán por destruir la civilización si no se les pone coto. Aún podemos elegir entre la continuación del caos internacional y el establecimiento de una organización mundial para el mantenimiento de la paz”, afirmó, en una alocución dirigida a la Conferencia de las Naciones Unidas, celebrada en San Francisco, en el año 1945, el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman.
Dicha premonición se va cumpliendo, en la medida que se destruye Ucrania. La potencia del Este, que siempre alentó concepciones hegemónicas, no mide consecuencias, sino busca imponer, por todos los medios bélicos a su alcance, sus designios político – ideológicos, con propósitos expansionistas. El objetivo, acepten o se rasguen las vestiduras sus partidarios, es que tiende a apropiarse de los recursos naturales, renovables y no renovables, del país invadido.
En consecuencia: la paz del mundo pende de un hilo. No quisiéramos pecar de agoreros, pero se advierte un ambiente enrarecido. Ello a raíz de que fuerzas militares de Vladimir Putin empezaron a balear, contra la humanidad de los ucranianos. La cruel invasión ha provocado la pérdida de miles de vidas. Los refugiados sobrepasarán los 8 millones 300 mil, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados -ACNUR- (EL DIARIO, abril 27 de 2022). Quedan ciudades en ruinas y un país devastado. El asedio militar ruso no para, pese a la condena internacional. El deseo es sojuzgar a Ucrania, imponiendo un gobierno afín, o títere, a sus siniestros propósitos.
La población del globo terráqueo, que se estima en más de siete mil millones de habitantes, no concilia el sueño ante la amenaza de una Tercera Guerra Mundial, que significaría una catástrofe para la humanidad. Como causante de esa conflagración, pasaría a la historia el dictador ruso. Por haber pretendido supeditar, a su yugo, a un pueblo que resiste heroicamente la invasión. Que no se rinde ni doblega ante la superioridad militar del intruso. Que prefiere la muerte, antes que el sometimiento.
Quienes dicen ser partidarios de la paz, acá y acullá, deben esforzarse por afianzarla, sin apasionamiento político – ideológico ni cálculo político, a favor de la supervivencia de la especie humana. Deben reiterar su vocación pacifista, sin parcializarse con el leviatán que siembra muerte, desesperación, zozobra e incertidumbre, en la lejana Ucrania. Ellos deberían condenar, en foros internos y externos, la prepotencia invasora, que pretende generar la Tercera Guerra Mundial.
En suma: pueblos libres, uníos, hasta la victoria final…

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