¿Quién no ha revisado por lo menos dos o tres veces una invitación?
Por supuesto, hay quienes la interpretan a la perfección en la primera leída y saben cuál es la manera adecuada para honrarla. Generalmente, es suficiente saber quién invita para tener una idea de la formalidad del evento, incluso la hora de la invitación nos da una pauta para escoger la vestimenta adecuada, para los amantes del inglés me refiero al outfit, término popularizado por las redes sociales. Sin embargo, en lo sucesivo simplemente diré “vestimenta” o en algún momento tal vez “código de vestimenta” y no dress code… tenemos un idioma por demás excepcional y no es necesario acudir a otro para comunicarnos.
El ceremonial escrito se ocupa de la supervisión del estilo, forma, objeto y la redacción misma de los documentos y escritos de acuerdo con normas establecidas, incluso a nivel internacional (comunicación entre estados).
El ceremonial escrito se refiere a todas las normas de redacción que se deben respetar en el momento de elaborar una nota, carta, esquela, memorándums e invitaciones.
En esta oportunidad, voy a referirme a las invitaciones… Aunque parecería que ahora llegan por Facebook, sin observar y respetar las formas a las que mencione líneas arriba; pero tratando de justificar un poco esa manera incorrecta de hacerlo, debo decir que tiene que ver con la comodidad que significa apretar un botón en lugar de utilizar un servicio de courier, también resulta económico ya que no es necesario pensar en el gramaje o color del papel y, sin duda, se descarta la contratación de una imprenta y otros detalles que hacen que se deba pensar en realizar un gasto que, por lo visto, se puede evitar.
A todo lo descrito anteriormente, hay que mencionar la necesidad de algunas personas o empresas que desean hacerse visibles en las RRSS, y qué mejor forma que viralizando su marca elaborando el arte con el diseño y los colores que los identifique… sencillamente es publicidad y seguramente también está “de moda” para ciertos sectores.
Por otra parte, me animo a decir que las personas que son invitadas de esta manera sienten un gusto especial por mostrar que están vigentes y/o están de moda… Sin lugar a dudas no es lo correcto, pienso que recibir una invitación de manera tradicional es mucho más interesante, pues hasta el rótulo en el sobre dice mucho de quien invita y por supuesto es inevitable sentirse halagado.
Afortunadamente, hay quienes conservan las formas y maneras tradicionales y, sin duda, esto permite que el evento u objeto de la invitación adquiera mayor relevancia.
Para elaborar una invitación se debe considerar ciertos requisitos:
- Los primarios que se refieren a quién se invita, el motivo de la invitación, cuándo es y dónde es la invitación.
- Los secundarios a cómo asistir, la confirmación de la asistencia (RSVP o SRC), el teléfono e incluso correo electrónico.
En esta oportunidad quiero referirme a “cómo asistir”
Como siempre, el saber ser y saber estar es muy importante, no es nada agradable (como anfitriones) preparar una boda procurando que hasta el más mínimo detalle sea perfecto e inolvidable, como para que de repente uno de los invitados llegue con zapatillas deportivas y sin corbata, desmereciendo completamente la importancia que representa para nosotros la ocasión.
Es muy importante acudir prolijo y con la tenida adecuada, es un tema de sentido común, es como pretender ir a un restaurante que tiene con justo derecho, ciertas reglas o códigos que le permitan captar y fidelizar clientes de acuerdo con sus expectativas, pues se trata de una empresa privada, y que de pronto alguien ingrese con ropa deportiva y sin aseo aparente e incomode a todos los demás comensales, no es un tema de discriminación, es un tema de saber ser y saber estar… no puedes ir a la piscina con frac ¿verdad?
Entonces, si volvemos atrás, la información que también podemos encontrar en las invitaciones, indica incluso la vestimenta adecuada para acudir de acuerdo con la ocasión pudiendo ser de etiqueta (Black tie), formal, cóctel (cocktail) y festivo.
Algo pasó para que se desvirtúe con el tiempo las buenas formas, costumbres y maneras. Cada vez que pretendo ver un noticiero en televisión, me encuentro con presentadoras que se visten como si estuvieran yendo a una fiesta (en el mejor de los casos) o presentadores que no sé si con el ánimo de estar a la moda o ser más cercanos a los televidentes usan un traje formal (si es que lo usan) pero con zapatillas y por si fuera poco con el cuello de la camisa abierta aun estando con corbata y los más intrépidos con tibies (gemelos, mancuernas) en los puños.
No sé si se trata de un tema de marketing, pues evidentemente hay marcas que auspician los programas de televisión y entre ellas están quienes visten a los presentadores… lo cierto es que los presentadores no son lo que en algún momento fueron… la imagen lo es todo. Lo tenía que decir.
Georgette E. Bretel de Aliaga
Escritora y experta
Ceremonial, Protocolo,
Etiqueta y Comportamiento Social