Si los mayores no cumplen, ¿qué se puede esperar de los jóvenes?

Existe una especie de amargura en la población porque, lamentablemente, hay gente mayor para la cual pasan desapercibidas las desgracias que sufre la humanidad, sea por causa del coronavirus o por la guerra rusa contra Ucrania, que han dejado mucha gente sacrificada, entre muertos, heridos e imposibilitados para toda actividad. Es gente que ha preferido ignorar la desgracia ajena, con tal de “no verse comprometida” y no involucrarse en el trabajo de remover escombros, reconstruir algo de lo destruido por las bombas rusas y, por la urgencia, ayudar a defender su país”. Esto implica dar un mal ejemplo a los jóvenes, siempre dispuestos a imitar la conducta de sus mayores. También se debe convenir en que son pocos los mayores dispuestos y preparados para asumir la parte de responsabilidad que les corresponda ante situaciones tan difíciles.
Pero, si hay casos en los que el miedo o la indiferencia causan impedimentos, muchos otros no responden como deberían, lo que deja una estela de desconfianza y crítica en la población, que se pregunta: Si hay mayores que obran mal, ¿qué se espera que hagamos los jóvenes? Por todo ello es urgente reconocer que cada uno debe hacer lo que le corresponde en bien de su país y de sus semejantes.
Lo cierto es que, en estas circunstancias de desgracia colectiva, lo que corresponde es que haya intervención directa de todos los componentes de la sociedad y nadie –salvo casos de enfermedad o impedimento físico– puede sustraerse de intervenir en el problema que es dramático para todos. Las desgracias sufridas afectan grande y gravemente a toda la población y es algo que se debe entender, por parte del conjunto nacional.