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Autonomía universitaria, cogobierno y grave crisis (I)

La autonomía universitaria desde el Siglo XIX no ha sido extraña a las inquietudes nacionales, como inherente a otros países latinoamericanos. Al proyecto de Tomás Frías de 1872, siguieron los de 1914, 1918 y 1927. El Congreso Pedagógico de 1825 –primer Centenario de la República— debatió la Autonomía Universitaria planteada por Daniel Sánchez Bustamante. Por fin, el 29 de junio de 1930, el Estatuto de la Junta de Gobierno presidida por Gral. Carlos Blanco Galindo aprobó este sistema, a propuesta del mismo Sánchez Bustamante, a la sazón Asesor del nuevo gobierno sobreviniente al derrocamiento de Hernando Siles, originado por sus afanes prorroguistas.
El movimiento universitario organizado surge en 1928 en Cochabamba, cuando se realizaba la Primera Convención de Estudiantes, dando origen a la Federación de Estudiantes de Bolivia (FUB) y a la Declaración de Principios.
Sin mucho fundamento suele decirse que antes de 1930 se regimentaban los programas de las asignaturas a través del Ministerio de Instrucción y, asimismo, designaba al personal docente. Esto último es lo que violentaba y ello, en gran medida, ocasionó la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918. Pero no deja de ser cierto que esos mismos gobiernos se esmeraban por dotar algunas cátedras con personajes intelectuales de valía, prestigiando a las universidades del país.
Algunas palabras sobre el interregno que corre desde 1930 hasta las intervenciones de las universidades de 1954. El período en cuestión tuvo la virtud de consolidar la autonomía económica universitaria, sin la cual el nuevo sistema no era propiamente autonómico. Además, universidades como la de San Andrés se dieron valiosa infraestructura, tal como el Monoblock, cuyo complejo arquitectónico original aún permanece incompleto. Este edificio emblemático es testigo histórico unimismado a las distintas rebeliones estudiantiles contra diversos gobiernos, debidas a los errores políticos de éstos. A esta época corresponden eminentes galenos y catedráticos, con especial distinción en las ramas médicas.
Después de los Congresos Universitarios de 1952 y 1954 de Oruro y Potosí, respectivamente, en el primero de éstos primó una mayoría “revolucionaria” procedente del triunfo de la insurrección del MNR y su acceso al poder. Dichos cónclaves se resuelven en la medición de fuerzas entre los grupos gobiernistas y la tendencia pro autonomía. En el evento de 1952, el sector movimientista plantea una resolución que en el fondo sugería: “en las presentes circunstancias, la CUB considera que la autonomía ha alcanzado sus objetivos (y) ella debe ser superada por la reforma en su etapa popular y revolucionaria”. Era la punta de lanza para la intervención a las universidades, empero en el Congreso de Potosí resurge con vigor la tendencia autonomista. El sector revisionista planteó la anulación del requisito de Título de Bachiller para el ingreso a los estudios superiores. El Congreso rechazó la propuesta. Por fin los finales de 1954 marcan la violenta intervención del MNR a las universidades y consiguiente liquidación de la Autonomía. Un universitario de San Francisco Xavier de Chuquisaca perdió la vida a manos de las hordas. Hechos tan lamentables caracterizan el totalitarismo del gobierno, pues, este tipo de administraciones someten a su control absoluto a todas las instituciones.
La coyuntura se presentó con una huelga de las facultades. El rector Pedro Valdivia renunció y los interventores dueños de la situación destituyeron a cuanto docente consideraban “reaccionario”. No pocos fueron perseguidos y encarcelados. Enseguida en la Conferencia de la CUB en La Paz, los revolucionarios trataron de imponer la convocatoria a un Congreso con representación paritaria docente-estudiantil y la participación de la COB (cogobernante) e inexistentes confederaciones de Trabajadores de Enseñanza y de Estudiantes de Secundaria, con plenos poderes decisorios. El proyecto, no aceptado, significaba una violación de la autonomía por la inclusión de entidades ajenas; la autonomía debe ser resguardada no sólo del poder público sino de entes de tinte político y de finalidades distintas de las académicas. El movimiento anti autonomista de la UMSA designó rector al Dr. Gastón Araoz Levy, hombre de confianza del presidente Víctor Paz Estenssoro.
La defensa de la Autonomía ha sido un período no menos duro precedido por su recuperación por cuenta y riesgo de las propias universidades. Por una parte, los recortes del Estado a los presupuestos universitarios y, por otra, la represión contra la rebeldía estudiantil, además de haberse creado el Instituto Tecnológico o universidad estatal. Contra las manifestaciones, el régimen convocaba a sus Milicias Armadas, Comandos y al grupo femenino Barzolas. No pocos universitarios fueron apresados, torturados o conocieron el confinamiento y el ostracismo hasta el derrocamiento del MNR en 1971. Cabe decir que las protestas universitarias fueron aprovechadas por el golpe militar de 1971. El 29 de octubre de 1964, la UMSA vio trucidar a bala el Monoblock a cargo de las huestes movimientistas y el Ejército. Mil estudiantes fueron detenidos y la integridad de los miembros de la FUL y CUB. El gobierno impuso el pago de 1.000 bolivianos por la libertad de cada universitario apresado.
La genuina resistencia anti totalitaria de una década (1954-1964), no estuvo exenta de confrontación ideológica al interior de las universidades en honor a la libertad de expresión y compitiendo electoralmente. Se promocionaban a la FUL y CUB exponentes de distintas ideologías. No obstante, estos organismos mantuvieron independencia de acción y a salvo de toda injerencia partidista. La honesta pugna estudiantil –no tóxica– se dio por el predominio de los seguidores de Oscar Únzaga en las universidades entonces existentes, exceptuando las de Oruro y Potosí bajo control del PC o del izquierdismo. La de San Simón en principio cooptada por el PIR y después por la Democracia Cristiana.
La epopeya de ese tiempo es intencionadamente callada e ignorada por los comentaristas en los medios, por prejuicios políticos. Lo mismo al pretender examinar el devenir universitario, aún más cuando en estos días se abunda sobre la Autonomía Universitaria. Los voceros partidistas, a su vez, por consiga omiten tales referencias históricas. Esta fue una auténtica defensa de la Autonomía, de la cual participé con el estudiantado de base y luego como segundo hombre de la CUB por dos períodos, en los Congresos de Trinidad y Cochabamba de 1962 y 1964. (Continuará).

loza_ ramIro@hotmail.com

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