domingo, septiembre 1, 2024
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Breve autobiografía de un maestro

Siento mucha melancolía y añoranza al escribir esta pequeña autobiografía de un maestro, que seguramente será muy parecida a la vida que pasaron y están pasando los maestros y maestras de hoy, mañana y siempre. Al concluir el bachillerato en humanidades, siendo joven de buen aspecto, con apenas 18 años; una de las primeras metas impuestas por la sociedad patriarcal era “ir al cuartel para cumplir el servicio militar obligatorio”, establecido en la Constitución Política del Estado. No había escapatoria posible.
Pasó el año, recibí la libreta de servicio militar con gratos recuerdos y amigos ganados en la convivencia cuartelaria. Estando fuera del cuartel, es cuando empiezan cuestionamientos y reflexiones respecto a mi futuro, el devenir o porvenir profesional: ¿Qué oficio escoger? ¿Qué carrera estudiar? ¿En qué universidad? ¿Puedo ser policía, militar o maestro? Para ser policía o militar, no tenía estatura suficiente, me faltaban algunos centímetros, aunque Hugo Banzer era de baja estatura, pero militar, al fin y al cabo.
Salí de casa para indagar sobre mis perspectivas de estudio y elección de una carrera profesional y me preguntaba, ¿qué posibilidades y alternativas tenía para estudiar? Rondé por varios días en los pasillos y oficinas de la universidad para escoger una carrera profesional; preguntaba en lujosas oficinas que ahora son conocidas como Dirección de Carrera, Facultad, Vicerrectorado y Rectorado. ¿Qué carreras ofrecían?, ¿en cuánto tiempo de estudio? Pero nadie me ayudaba con una explicación convincente, acerca de las carreras profesionales que funcionaban en la prestigiosa Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).
Un día casualmente me encontré, en una de las calles de la ciudad maravilla, con el hermano menor de mi papá, quién también había abrazado la carrera del magisterio. Era profesor de primaria con algunos años de servicio en el gremio del magisterio; quien al percatarse intuitivamente de la incertidumbre en la que me estaba debatiendo, reprimiendo; me mostró el camino que debía seguir para seguir la carrera docente. Recuerdo que me dijo: “irás a la normal a estudiar para ser educador de los niños y niñas de nivel primario, porque el Ministerio de Educación ha autorizado inscripción solo para ese nivel”. Charlamos, hasta que me convenció de la perspectiva y compromiso de que cuando concluya y trabaje en el magisterio, podría continuar estudiando. Y así pasó, terminé estudios en la Normal e inmediatamente ingresé a la Universidad hasta alcanzar el título universitario.
Como verán, fue difícil elegir mi futuro profesional, empecé a trabajar en el magisterio hace treinta años, ahora habiendo madurado junto a mis estudiantes y generaciones que pasaron conmigo en distintas unidades educativas, pienso que ese adorado tío mío, «maestro de primaria», no se equivocó en sus consejos y recomendaciones explicitadas en mi juventud rebelde y revolucionaria. Por ello, hoy que ya no está entre nosotros hace un año en esta tierra bendita, quiero rendir un sincero homenaje a mi “tío-profe”. Y aprovechar para hacer llegar una salutación especial a todos los apóstoles de la educación por el “Día del Maestro Boliviano”. Cualquier parecido con esta pequeña biografía de un maestro, es una mera casualidad; ¡Felicidades, colegas…!

raulalberto1911@gmail.com

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