domingo, septiembre 1, 2024
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Simple ilusión la ruta bioceánica

Una oportunidad que pierde el país es el corredor bioceánico desde Brasil a puertos chilenos. Es prioritaria la exportación de mercancías a China por parte del gigante sudamericano. Esta vía comercial debía pasar por Bolivia para conectarse directamente con Chile. En sustitución del proyecto anterior, se anuncia que, partiendo del Brasil, atravesará el Chaco paraguayo para empalmar con Argentina y concluir optativamente en los puertos de Antofagasta, Mejillones, Tocopilla, Iquique o Arica. Especialmente, estas noticias llegan del Paraguay, país que utilizará el río de su mismo nombre como parte de la travesía.
Durante los años de gobierno de Evo Morales, fuentes oficiales difundían como seguro el paso bioceánico por Bolivia. Después de los acercamientos del expresidente con la mandataria Michelle Bachelet, se produjo un distanciamiento por discordias mutuas agravadas por la demanda marítima ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Desde el cese de los acercamientos fundados en Palacio de Gobierno –por supuestas afinidades políticas– el mismo exmandatario expuso que se descartaría el puerto de Arica para sustituirlo por las terminales peruanas de Ilo y otras.
Estas ideas de variación del trayecto partían de nuestras autoridades, pero sin duda Brasil no las compartiría y menos Chile. Lo cierto es que el país está desnudo para ofrecer su territorio como parte de algún trayecto internacional. No existe comunicación ferroviaria entre Santa Cruz y Cochabamba. Las trochas de nuestros ferrocarriles son angostas. Tampoco hay posibilidades de abastecimiento durante el presunto empalme. En nuestro país los bloqueos son cotidianos, con diferentes pretextos.
El bloqueo es parte de nuestra cultura. Somos un país que se bloquea a sí mismo y esta nefasta fama trasciende las fronteras. Por ello ningún vecino se aventuraría a sufrir atrasos y mil avatares imprevisibles en caminos tan inseguros. La presunta carga debe ser entregada en barcos sujetos a horarios inamovibles, pesando multas y rechazos de mercadería de los destinatarios finales, ocasionados por semejantes problemas.
Por esas condiciones, al presente la Cancillería y las autoridades callan ante los aprestos paraguayos porque, claro, no tenemos condiciones físicas que ofrecer. En nuestro país, la interconexión oceánica es una mera ilusión. Sin embargo, el gobierno de los 14 años explotó esa quimera en su propaganda, como lo hace con otros proyectos. Son “fuegos artificiales” para distraer la atención pública. Igual suerte corre una conexión del Perú con Bolivia como ruta alternativa del vecino. Esta propuesta –si se la hizo— tampoco avanzó. Prima el terror a los bloqueos, en los que somos tan prolíficos. En lugar de fantasías, el Estado debería preocuparse de conectar por vía ferroviaria Santa Cruz y Cochabamba. No se preocupó en tiempos de bonanza y la incomunicación es otra falencia fundamental.

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