viernes, septiembre 27, 2024
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Relato sobre mi experiencia de vuelo de ida y vuelta con BoA

Como todos saben, en el caso de vuelos internacionales, es mejor adquirir con tiempo pasajes de ida y vuelta. Además, deben organizarse todas las conexiones hasta destino final. Con esta previsión de ahorra bastante dinero y se asegura el cumplimiento de los calendarios establecidos, sin embargo, prácticamente dos semanas antes del viaje tuvimos nuestra primera rabieta. Resulta que BoA en forma unilateral y arbitraria cambió las fechas de ida y vuelta. Para la ida adelantaron un día, del 3 de agosto al 2 de agosto 2021 y de vuelta cambiaron del 7 al 9 de septiembre. Esos dos cambios obligaron a la reprogramación de los vuelos y transportes terrestres en ambos extremos con un costo de más de E 300. Obviamente hasta ahora no encontré manera de recuperar esos recursos.

El día martes 2 de agosto de 2021, aproximadamente a las 15:30, mi esposa Rocío, Sergio nuestro hijo y yo, llegamos al aeropuerto de El Alto para iniciar nuestro vuelo con destino final en la ciudad de Berlín. Dado que entre la hora de llegada a Madrid y salida a Berlín solo habían 90 minutos, ya desde el momento de iniciar –en counter de BoA– el correspondiente papeleo para el posterior abordaje, insistimos para que nuestras 4 valijas fueran consignadas hasta el destino final. Copia de los tickets en las valijas y entregados a mi persona indicaban La Paz-Berlín y, en consecuencia, quedamos conformes, pero algo intranquilos.

El vuelo a Santa Cruz fue normal y transcurrió sin novedad. Llegamos en tránsito a las 17:25 y la salida del vuelo OB680 a Madrid estaba programada para las 20:45 con supuesta llegada a Barajas a las 17:25 del 3 de agosto. Lo curioso es que, teniendo tres horas para abordar según normas para vuelos internacionales, el proceso se inició recién una hora antes.

Una nueva eventualidad ocurrió en el ingreso al avión.  Allí se produjo un taco causado por media docena de policías con tres perros que, con excesiva energía (como en un cuartel) ordenaron formar fila a la izquierda, previa colocación del equipaje de mano, frente a cada pasajero a la derecha del túnel. Estoy consciente de que los susodichos estaban haciendo su trabajo. Pero, ¿por qué no lo hacen con tiempo? La explicación de BoA es que ellos siempre llegan tarde… y punto. Consecuencia: Aterrizamos en Barajas 45 minutos tarde y solo quedaban 45 para abordar el vuelo FR2528 de Ryan Air a Berlín.

En el avión, desde el despegue hasta la llegada a Madrid insistí al jefe de cabina que no se olviden de entregar nuestras valijas directamente a Ryan Air, ya que no teníamos tiempo de pasar por las tomamesas para buscar el equipaje.

La atención de BoA fue desastrosa. En casi 12 horas de vuelo solo nos dieron una bolsa de plástico horrible con una pequeña caja de jugo, una botella de agua y un bocadillo feo, casi incomible. No proporcionaron frazadas, almohadas y todo lo que debían entregar, a pesar de que hacía mucho frío.

Ya en sueño español, en el momento de abordar la nave de BoA el jefe de cabina dijo: “Vayan tranquilos que su equipaje será entregado a tiempo”.

La situación se tornó crítica por dos razones principales: 1) Debido a la pandemia, si perdíamos la conexión, automáticamente sobrepasábamos las 24 horas límite para permanecer en España. No había otro vuelo hasta el día siguiente y hubiéramos tenido que quedarnos diez días en cuarentena y eso era inadmisible, puesto que íbamos a la boda de nuestra hija llevando regalos, trajes y otros objetos insustituibles. 2)  Por problemas de artrosis de cadera, me condujeron en silla de ruedas los aproximadamente 30 Km de la terminal 4S a la terminal 1, desde donde partía mi conexión. Los funcionarios encargados del traslado aseguraron que perderíamos el vuelo si pasábamos a buscar el equipaje.

Reconozco el gran trabajo realizado por varios jóvenes que me trasladaron, junto a mi esposa, desde el gate de llegada al de salida. Para tal efecto utilizaron varias rutas alternativas y como tres vehículos diferentes. El traslado fue cordial y seguro. Todos manifestaron que estaban haciendo su trabajo y que no podían recibir ningún pago ni propina.

Llegamos al counter de Ryan Air cuando estaban a punto de cerrar el vuelo y no quedó otra que abordar con mucha prisa. La pregunta de rigor fue: ¿BoA les entregó nuestro equipaje? Como buenos alemanes, muy lacónicamente dijeron: ¿Qué dice, usted? No tenemos algún acuerdo con esa línea aérea y nunca nos entregan equipajes. Ustedes debían haber pasado a recoger sus valijas. Mi esposa alarmada preguntó qué podíamos hacer y la respuesta fue: “Nada, si no abordan pierden el vuelo, pueden reclamar su equipaje por internet”.

Para hacer corta esta larga historia, puedo decir que fueron ocho días de tortura hasta recuperar el equipaje. Llamamos cada día durante horas a Madrid y viajamos en tren durante 90 minutos de ida y 90 minutos de retorno más de seis veces desde Spandau hasta el aeropuerto de Berlín. Allí chocamos con un muro difícil de vencer, puesto que Madrid pedía un número de reclamo de Ryan Air y esta aerolínea no quería emitir ningún documento porque de hacerlo asumían la responsabilidad de un hecho sobre el cual no tenían culpa alguna. De BoA Barajas recibimos un pésimo trato telefónico, incluso cortaron la llamada en varias ocasiones.

Después de interminables gestiones, pesimismo y malos tratos, finalmente una gentil dama del aeropuerto en Berlín decidió ayudarnos. Llamó a Madrid y después de casi una hora de charla logró convencer para que busquen las cuatro maletas. A los ocho días las hallaron y enviaron por Avianca que tiene convenio con BoA. Fue toda una carrera de obstáculos para hallar nuestras maletas en Avianca Berlín. Por fortuna mi esposa las había marcado de manera que fue posible distinguirlas entre miles de equipajes extraviados que se hallaban amontonados en un enorme galpón. Gracias a Dios nada se perdió. Fuera de tener que comprar ropa, artículos de aseo y otras cosas, finalmente pudimos asistir a la boda. Reitero que en nuestro equipaje se encontraba el traje de la novia y la ropa nuestra.

Al retorno desde Berlín yo tenía varias horas en Madrid para abordar el avión de BoA, esta vez a Cochabamba. Con mi recurrente silla de ruedas no tuve mayores inconvenientes que la larga espera. El problema fue ya en el avión. Yo estaba ubicado en la segunda fila tras de 8 asientos vacíos. Una vez que todos los pasajeros abordaron y estaban ya en sus respectivos asientos, y casi a la hora de despegar, aparecieron 8 tripulantes de BoA que retornaban a Bolivia después de algún asunto en España. Entraron hablando fuerte y se notaba que eran personas importantes. Estos 8 sujetos se acomodaron delante de mí en la fila vacía. Ya en el aire repartieron la bolsa horrible de plástico, con la cajita de jugo, el agua mineral y un snack un poco mejor que el del anterior vuelo. Luego, para mi sorpresa, la azafata delante de todos los pasajeros repartió entre los tripulantes y para cada uno: 1 frazada, 1 almohada, cena caliente a elección y 1 lata de cerveza. Obviamente hicieron escarnio de su situación de seres superiores y no se percataron de una gran cantidad de personas que miraban con incredulidad este claro acto de discriminación. Yo hice un pequeño alboroto reiterando a voz en cuello que los que pagamos sueldos, viáticos y lujos de estos individuos somos los pasajeros. Lo único que conseguí, como si fuera un favor especial, fue una frazada.

Recomiendo ampliamente no volar en BoA debido al trato inhumano, discriminatorio y abusivo de esta deficiente línea aérea.

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