viernes, septiembre 27, 2024
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Urgencias que no admiten esperas

Pasados los tiempos críticos del coronavirus, seguramente se presentarán situaciones que requieran atención y soluciones rápidas, como sería el caso de Ucrania que debe enfrentar las secuelas del bombardeo a sus ciudades, en las que se debe recoger heridos, atender a sobrevivientes y, si es posible, colocar los soportes necesarios para evitar más desgracias. La pandemia, soportada en todo el mundo, deja como saldo mucho por sufrir aún: heridas profundas y muertes; se abandona lo que resulta remanente porque ello implica lágrimas, dolor y luto por los fallecidos, seres gratos en toda familia y nada compensará su partida.

En cada lugar, en hogares, pueblos o ciudades quedan como despojos destrozos, dolor y luto, destrucción y anulación de lo que implicó altos costos y mucho trabajo para poblaciones que, con muchas dificultades, han erigido lo que poseían. Ante estas situaciones, no queda más que hacer acopio de energías, fuerza de voluntades y propósitos para no rendirse ante lo sufrido y más dolor.

Cada país, en conjunción con sus pueblos, villorios y comunidades, deberá encarar consecuencias no previstas, desgracias nunca imaginadas y pérdidas de lo irremplazable; pero, con voluntad y coraje, debe acopiar paciencia y resignación no solo para reducir el dolor sino para cooperar con quienes hayan sufrido pérdida de seres queridos.

No se puede ignorar que, además de las pérdidas materiales, edificios y otros bienes públicos y privados, están las pertenencias de la colectividad que, en su mayoría, deben ser gratos al recuerdo y calor familiar. Todo precisará que gobierno y organizaciones religiosas e instituciones otorguen compensaciones morales a toda la gente y lo que resulta imprescindible tendrá acogida en el recuerdo y los sentimientos. Causantes de todo lo perdido y hoy añorado deben tener carga de conciencia muy pesada que solo el tiempo aliviará.

Pese a todo lo que se diga, no se puede soslayar la guerra de las enfermedades, hambre y urgencias que vive la población. Esos males son padecidos en todo el mundo y lo más lamentable es que no siempre existen paliativos para evitarlos, porque la mayor parte de los países ricos y desarrollados hacen abstracción de todo sentimiento en pro de millones de seres que sufren los padecimientos causantes de pobreza. Lo que lamenta la humanidad es que, por ejemplo, hay multimillonarios que cuentan con mucho dinero y muchos medios y solo los invierten para ganar más dinero, cuando la realidad muestra que ellos, tan solo invirtiendo un 2 o 3 por ciento mínimo de lo que poseen, podrían dar alivio a millones de seres que padecen todo tipo de males. Es tiempo para que estas personas se adentren en su corazón y sentimientos y vean las necesidades de los que sufren y palien de alguna manera las amarguras que padecen millones de familias.

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