domingo, julio 7, 2024
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Es necesario reforzar el presupuesto de salud

Las experiencias recogidas tanto por el Gobierno como por la colectividad, durante la vigencia del coronavirus (que aún parece no terminar) son muchas y seguramente han dejado lecciones difíciles de olvidar. Una de ellas es llegar al convencimiento de que ningún presupuesto es suficiente para combatir al mal, que lo invertido es poco, que no se puede descuidar un problema tan acuciante y que, consecuentemente, se debe contar con un presupuesto muy grande si se quiere combatir con probabilidades de éxito al mismo virus o a cualquier otro que se presente en el futuro.
Por tales experiencias, los países ricos, los pobres y hasta los excesivamente subdesarrollados tendrán que esmerarse en contar con dinero, capacidad médica y posibilidades técnicas para enfrentar lo que venga; de otro modo, no será posible ganar batallas y, como se han presentado los hechos, hacer frentes futuros porque el mal puede adquirir la condición de “simple resfrío anual”.
En nuestro país siempre se tuvo conciencia de que los presupuestos para salud y educación eran exiguos, inclusive en comparación con los de ministerios que no deberían requerir grandes cantidades de dinero, como los de Defensa y Gobierno; pero hoy las condiciones se presentan diferentes y seguramente el Gobierno adoptará las medidas precisas para que salud tenga refuerzos importantes. Luego, se deberá encarar también el rubro de educación. Y es que salud y educación deben ser los principales en la atención tanto del Gobierno como de la actividad privada que debe tener una racional e importante participación en ambos casos, puesto que del funcionamiento debido de ambos depende la buena marcha del país y los éxitos que se tiene que lograr en todo lo que se emprenda.
Hay que reconocer que ambos rubros –salud y educación– han merecido poca atención por parte de todos los gobiernos y la prueba es que todos nuestros sistemas de salud son deficientes, por carencia de hospitales, laboratorios, clínicas de emergencia, consultorios por especialidades, atención farmacéutica, dental, oftalmológica, otorrinolaringológica y otras importantes para asegurados y sus familiares.
El caso de la educación es igualmente dramático, porque parecería que educación y cultura eran rubros poco o nada importantes, tanto para gobiernos como para entidades sociales que no se preocuparon por exigir atención y remediar las falencias habidas.
Ahora se dice: “no hay mal que por bien no venga”. Cierto o no el contenido de esta frase, es el coronavirus que vino aparejado de la necesidad de reconocer nuestras falencias y dar remedios y soluciones con nuevos presupuestos y modernización de todos los servicios, con miras a que salud y educación tengan prioridad en el futuro y no existan más descuidos irresponsables como los sufridos en el pasado.

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