La matanza de 2l personas (l9 niños y dos profesores) en Uvalde (Texas, USA) fue motivo para que el presidente Joe Biden se traslade al sitio de la masacre y, sobre todo, para que haga declaraciones que revelarían la intención del Gobierno para disminuir el armamento de manos de la población estadounidense y, extrañamente, para que “el pueblo ayude en esa labor porque ya no es posible aguantar tanta matanza”. Extrañas propuestas por parte de quien posee todo el poder no solo para reducir la cantidad de armas, sino hasta sacarlas de circulación.
La población de cualquier lugar del mundo desde siempre estuvo supeditada a las decisiones gubernamentales. Y, en el presente caso de Estados Unidos, la capacidad legal para dictar leyes o suprimirlas está solo en aproximadamente doscientas personas –de la Casa Blanca, Congreso, gobernaciones y demás autoridades–, poseedoras de todo poder, mientras la población está supeditada al cumplimiento de la Constitución y las leyes. Pero esos pocos no pueden disponer qué, cuándo y cómo hacer para que no haya masacres, matanzas y atentados por decisión arbitraria e instintos criminales de quienes se irrogan derechos y poder para usar armas y matar a los que encuentren a su paso.
Si en los diferentes estados de la Unión no se hubiese dictado leyes y disposiciones para adquirir libremente armas, el pueblo se habría ajustado a las reglas y los crímenes no se producirían con la frecuencia de este tiempo. Habría más consideración y respeto por la vida y el presidente Joe Biden no se vería obligado a pedir “ayuda” de un pueblo que nada puede hacer para suprimir las armas y evitar tanta matanza.
Extrañan, pues, a toda la colectividad las quejas y pedidos del presidente norteamericano para hacer algo que está en sus manos y las del Congreso. ¿O es que Congreso y Casa Blanca pueden decidir sobre declaratorias de guerra y matanzas de miles de personas y no pueden disponer lo que podría evitar asesinatos y masacres en su nación? ¿Qué le espera a un país que solo podría ver que no se venda armas a quienes no tengan menos de 2l años de edad? ¿Pueden estos “mayorcitos” (alguno que se adjudica derechos y hasta obligación) disponer de la vida ajena porque tiene la edad apropiada? Rara posición de una nación cuyo futuro radique en la voluntad omnímoda de los “autorizados”.
Pese a todo lo que se alegue, cabe decir nuevamente: ¡triste y lastimoso futuro del que hoy es el más rico y poderoso país del mundo, que no puede resolver un “asunto de cocina” prohibiendo –categórica y terminantemente– el uso de toda arma. Y, al mismo tiempo, ordenar y exigir que las Fuerzas Armadas, conjuntamente la Policía, decomisen y recojan todas las armas que tenga la población, ya que ahora, quien tenga menos o más de 2l años de edad, puede usarlas, matar y causar masacres a “vista y paciencia” de cualquier autoridad que simplemente espera que los posibles criminales se arrepientan y decidan dejar de lado sus intenciones.
Extraño: ¿que el pueblo ayude a suprimir las armas?
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