martes, noviembre 19, 2024
InicioSeccionesOpiniónDe Colombia a Petrogrado

De Colombia a Petrogrado

Así como los griegos, y en algunos países de cultura hispana, como España, Perú, Bolivia, República Dominicana, Venezuela, Colombia, Cuba, Ecuador y otros, al martes 13 lo consideran un día de mal augurio, el pasado domingo 19 de junio quedará en la memoria de muchos de ellos, como el día en que se dieron los cambios más sorprendentes de la historia política de esos pueblos.

Mientras en Andalucía, el Partido Popular de derecha barría con esa izquierda que actualmente gobierna España, un fenómeno similar se daba en la vecina Francia, donde la alianza de centro del presidente Emmanuel Macron perdía en las elecciones legislativas su mayoría absoluta en el Parlamento, ante el auge sorprendente y espectacular de la extrema derecha. Por su parte, en la culta Colombia, el país más democrático de Sudamérica tuvo lugar una de las más insólitas definiciones electorales, cuando dos populismos, diametralmente opuestos en su constitución y sus principios de izquierda y de derecha, se midieron en una segunda vuelta para elegir al presidente de esa nación. Ambos se encuentran muy lejos de los parámetros que caracterizan y caracterizaron a los tradicionales partidos políticos que gobernaron durante más de medio siglo a Colombia, al igual que su carisma, currículo, y méritos.

Por una parte, Rodolfo Hernández, el aspirante que simbolizaba a la derecha, un nada carismático ingeniero, cuyos méritos se limitan a haber amasado una considerable fortuna en la construcción de viviendas sociales y a una gran carga sentimental consistente en la pérdida de su padre y de una hija en manos de esa guerrilla que, de una forma u otra, representa su contrincante y, por la otra, el triunfador de esta contienda, Gustavo Petro, exguerrillero comunista cuyo mérito fue pertenecer al movimiento terrorista M19, y terciar por tercera vez en las elecciones presidenciales hasta lograr, finalmente, el éxito que obtuvo.

En la foja de servicios de esa organización a Colombia, figura el robo de la espada del Libertador Simón Bolívar, delito cometido un 17 de enero de 1974 en la Quinta que lleva su nombre, donde los delincuentes que se adjudicaron el hurto dejaron un comunicado que rezaba: «Bolívar, tu espada vuelve a la lucha».

Curiosamente, en un acto que nos recuerda el trato que algunos compatriotas le dieron a la medalla del padre de la patria, Fayad, el por entonces comandante de la pandilla de asalto, hizo que la espada fuese guardada en un prostíbulo y dos meses después, llevada a la casa del poeta León de Greiff, simpatizante del movimiento, aunque otros afirmaron que estaría dentro de su tumba, una vez que éste murió. Luego, pasó a la casa de algunos artistas e intelectuales colombianos adscritos al partido comunista, hasta que fue sacada de Colombia y llevada a Cuba en 1980, el mismo año en que el grupo guerrillero realizó la Toma de la embajada de la República Dominicana. Finalmente, según el testimonio de Jairo Velásquez (alias Popeye), mano derecha y jefe de sicarios de Pablo Escobar Gaviria, la espada fue entregada a este narcotraficante, quien la devolvió a Colombia, en junio de 1991.

Con semejantes antecedentes, y frente al cansino discurso que el candidato ganador pronunció, al conocer su triunfo, no mencionó ni una sola vez la palabra narcotráfico y, por el contrario, aseguró la libertad irrestricta de los “jóvenes” que guardan prisión, no es muy difícil presagiar el rumbo que lleve adelante este gobierno, donde muy basado en la simbología que tanto venera la izquierda, proponga cambiar el nombre de Colombia a Petrogrado.

ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES