Esta es una reflexión sobre el origen y la práctica del enfoque cognitivo como método para lograr la manipulación.
En el artículo anterior les propuse una nueva categoría: la campaña política cognitiva, que tiene como contexto y marco conceptual y pragmático a la comunicación política.
Hoy quiero hablar un poco sobre la ética, la campaña política cognitiva y la comunicación política, debido a que es desde la primera que podemos terminar de definir la segunda y contextualizar la tercera.
La Guerra Cognitiva como génesis del enfoque cognitivo
Parto del hecho de reconocer que tomé el término «cognitiva» de una nueva tendencia de la estrategia militar de la OTAN, conocida como Guerra Cognitiva, la cual es desarrollada y expuesta en la publicación de la alianza militar Cognitive Warfare en noviembre de 2020 y cuyo autor es el contraalmirante francés François du Cluzel (1).
Este militar francés no se anda con rodeos cuando definió en dicha obra que «La guerra cognitiva es, por lo tanto, la forma de utilizar el conocimiento para un propósito conflictivo».
Ahora bien, cuando se estudia la categoría de la guerra cognitiva desde el punto de vista histórico se logra descubrir que esta no es un enfoque nuevo.
Ya en 1995 un estudio de las Fuerza Aérea de Estados Unidos proponía el llamado Ataque estratégico 2025 (2), basado en los llamados Locus of valor (LOV); algo así como el lugar estratégico de los valores, que según los autores serían centrales en la guerra en el año 2025; es decir 30 años después que fue concebido este material.
Este enfoque consiste en golpear al enemigo donde duele; es decir en los LOV, que pueden ser tanto aspectos tangibles como intangibles que el adversario posee y valora. Los LOV intangibles son básicamente elementos cargados de emociones.
La ya larga data de la Guerra Cognitiva la reconoce Cluzel cuando afirma que «En su sentido más amplio, la guerra cognitiva no se limita al mundo militar o institucional. Desde principios de la década de 1990, esta capacidad ha tendido a aplicarse a los campos políticos, económicos, culturales y sociales».
Por ende, es válido considerar que en las campañas electorales existen elementos que coinciden con la Guerra Cognitiva; y son aquellos que llegan a considerar los aspectos emocionales como elementos estratégicos claves. Es decir, como objetivos que van a permitir que la forma de producir y manejar el conocimiento sea influenciada por los operadores políticos.
Sumado a ello, es necesario tomar en consideración que lo que propone la guerra cognitiva y la comunicación política que usa la campaña cognitiva es incidir directamente sobre la forma como los objetivos; es decir, las mentes de las personas producen, manejan y en consecuencia actúan en relación con el conocimiento. (Continuarà),
Referencia
1) François du Cluzel. (2020) Cognitive Warfare. OTAN/NATO.