Para el diagnóstico de los problemas de aprendizaje también se consideran los:
Factores ambientales
Los que enseñan son los padres, los tíos, los abuelos, los hermanos, los maestros, los compañeros de escuela. Hay máquinas que hacen la función de enseñar. Sin embargo, la persona que enseña, con todas sus características individuales, más de sus cualidades pedagógicas, es prioritaria. Más importante que el contenido enseñado es la relación con la persona que enseña que afecta la subjetividad de la persona que aprende.
Para que una persona aprenda, es necesario que la persona que le enseña le conceda la posibilidad de “ser la persona que aprende” y le coloque en el lugar del sujeto pensante. Más que ser una persona que enseña contenidos, la persona enseña abre un espacio para aprender, un espacio para la construcción de conocimientos y un espacio para construirse a sí mismo como objeto creativo y pensante. La persona que enseña puede ser alguien que crea o quiera que la persona que aprende aprenda, pero a su vez un padre o un maestro pueden perturbar o hasta destruir el aprender.
El maestro enseña, pero el niño aprende solo, esa es la incoherencia. Los padres o los maestros pueden poseer la información pero su función no es transmitirla, sino propiciar herramientas y el espacio adecuado para que sea posible la construcción del conocimiento. El papel del maestro es fundamental. El maestro puede ayudar al niño a auto reconocerse como ser pensante y autor de su historia.
Los métodos, las técnicas psicopedagógicas necesitan ser sostenidas por la persona que enseña. La responsabilidad del enseñar y el aprender es una responsabilidad compartida. En el proceso pueden haber piedras, baches, situaciones de riesgo; la responsabilidad compartida entre la persona que enseña y la que aprende exime de culpas. La culpabilización de la persona que aprende o de la que enseña impide entender la necesaria responsabilidad. Un padre o un maestro deben comprender que cuando el sujeto ha aprendi¬do, cuando sea capaz de decir “aprendí”, ya no necesité más de esa persona que estaba en el lugar de enseñar.
Los procesos de aprendizaje son constructores del sujeto. Al aprender, se construye el propio sujeto. Lo que permanece en el sujeto al aprender, más allá del olvido del contenido aprendido, es el pla¬cer de dominar la bicicleta, el lápiz, el material de lectura, etc. Es el placer de la autonomía, de poder hacerlo, de lograrlo. Por esto, para desarrollar las ganas de aprender es importante que la persona que enseña evite poner al aprender un fin utilitario. Un niño aprende a andar en bi¬cicleta por el placer de hacerlo, no porque tiene que ir en ella comprar el periódico o porque tiene que ganar una carrera.
La persona que enseña entrega las herramientas necesarias para aprender, no ofrece directamente el conocimiento. La herramienta que él entrega no es la misma que él utiliza. Para que una perso¬na que enseña pueda sostener al niño en su espacio de aprendizaje, en su proceso, necesita estar medianamente seguro de sí mismo y tener sus propios proyectos, en otras palabras, no necesita depender del éxito de la persona que aprende para sentirse bien.
El medio debería brindar a los dife¬rentes aprendices las posibilidades para desarrollar sus potencialidades con sus diferentes modalidades de aprendizaje. En el caso de las experiencias tempranas, su falta influye de manera negativa en las capacidades de aprendizaje. En lo que se refiere al entorno directo de la escuela se deben analizar las condiciones materiales de la enseñanza, como por ejemplo si las clases están saturadas, si las condiciones físicas son inadecuadas y si se trabaja con material inapropiado.
Se debe tener en cuenta la idoneidad del proceso de enseñanza-aprendizaje. Nos referimos al uso de programas ade¬cuados que tomen en cuenta las diferen¬tes modalidades de aprendizaje.