Variedades lingüísticas estilísticas o diafásicas
Cuando hablamos de variedad diafásica nos referimos al uso que el hablante hace del código en función de su situación comunicativa. En este sentido, los hablantes, según su competencia comunicativa, dominarán o no los diferentes registros; es decir, serán o no capaces de adaptarse a los usos lingüísticos que requiere cada situación concreta.
Factores fundamentales que definen el registro
- El canal de uso, que puede ser oral o escrito.
- El grado de relación y confianza entre los interlocutores: formal o informal.
- El dominio de la comunicación, que puede ser abierto o cotidiano (familia, ocio, escuela, etc.), y cerrado o específico (ámbitos temáticos: científico técnico, humanístico, burocrático, literario, etc.) En este aspecto, son fundamentales el tema y la intención comunicativa.
- La posibilidad de planificar o no un texto (conferencia, artículo periodístico, conversación, etc.)
- La actitud del hablante que va desde la naturalidad a la solemnidad y en la que influye el tema del que se trata, por ejemplo, en una pérdida o sufrimiento fuerte el tono que se usará debe ser solemne, el cual camba en una conversación en una reunión o fiesta; es decir, que la actitud debe presentar cambios lógicos en el hablante acompañados por los sentimiento.
Registro formal y registro coloquial
Así, dependiendo de la combinación concreta de los factores que acabamos de citar, se puede distinguir una amplia gama de situaciones lingüísticas particulares. De forma general, se suelen distinguir dos grandes variedades o registros:
a) El registro formal
Se caracteriza por la falta de confianza entre los interlocutores, que utilizan formalidades y convencionalismos que afectan a la expresión lingüística: normas de cortesía, esquemas formalizados, textos planificados, rigor en el uso de la lengua, predominio de la función referencial o representativa, etc.
b) El registro coloquial o informal
Se caracteriza por una mayor confianza entre los interlocutores, por un menor nivel de elaboración textual y por el predominio de las funciones apelativa y expresiva sobre la referencial. Constituye un uso socialmente aceptado en situaciones de la vida cotidiana; es decir, en las situaciones habituales para los hablantes. Se emplea sobre todo en la variedad oral, aunque esto no quiere decir que no pueda utilizarse reproducirse en un texto escrito. Rasgos característicos de este registro son: la oralidad, la interactividad, la informalidad y la ausencia de planificación.
Por otra parte, el registro coloquial no constituye un uso uniforme, puesto que su realización concreta depende del nivel sociocultural de los hablantes. No se debe confundir lo coloquial con la falta de cultura. Los hablantes cultos también utilizan el registro coloquial en la conversación cotidiana y pueden, en un momento determinado, hacerlo en una situación formal. Los hablantes de escaso nivel cultural, por el contrario, se caracterizan por su imposibilidad de salir del ámbito de lo coloquial. Incluso caen en las ultracorrecciones cuando intentan utilizar un registro más formal.
Características más comunes del registro coloquial.
Las mismas se relacionan a la oralidad, con lo cotidiano, con lo informal y con lo espontáneo y subjetivo.
Nivel fónico | Nivel gramatical | Nivel léxico-semántico |
Importancia del acento de la entonación y de los alargamientos enfáticos: ¿Dónde estabas túuuu?, ¡Noooo!, etc. En el discurso oral, tendencia a la pronunciación relajada: ciudá, instituto, etc. Presencia de onomatopeyas: guau, toc, rin, etc. |
Presencia de vocativos y elementos apelativos: oye, mira, ¿entiendes?, ¿eh?, ¡tú!, etc. Presencia de elementos intensificadores y atenuadores de la afectividad: morfológicos, pero es que esa chaqueta… ¡qué pieza!, sin embargo, la de jean es feúcha; sintácticos, mis papás están perdiendo la paciencia con mi hermano, están que se suben por las paredes; etc. Uso de pronombres y adverbios deícticos que se refieren al contexto situacional: yo, tú, aquí, ahora, etc. Existe una preferencia por el tuteo. Uso del dativo ético: No te me retractes. Uso frecuente de conectores de diverso tipo para marcar la cohesión textual: es que, pero, además, aparte, por cierto, bueno, etc. Sintaxis abierta: paráfrasis; rodeo explicativo; redundancias; anacolutos (yo, desde que vi esa película, me gusta más el cine); orden subjetivo de palabras (un chocolate, dámelo, por favor); enunciados sin terminar (no tenía ni idea… no sabía que…) Uso abundante de oraciones exclamativas e interjecciones: ¡Cállate ya, caramba! Mayor frecuencia de coordinación y yuxtaposición, frente a la subordinación. |
Uso de un léxico común con términos de frecuente utilización y de significado poco preciso, como las palabras baúl o comodín, aquellas que no son claras pero tampoco tan abstractas (cosa, poner, eso, hay, gente, etc.); frases hechas: aquí el que no corre, vuela; y metáforas cotidianas: gran problema mental tienes, amigo. Léxico abierto: incorporación de palabras jergales: casera, elay puej, no te rayes, wawitay, etc. |
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