jueves, septiembre 5, 2024
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Bolivia es nuestra prioridad

Bolivia surgió a la vida independiente como país esencialmente minero. Sus habitantes, con anterioridad a ese acontecimiento histórico, ya explotaban las minas de plata, oro, cobre y, posiblemente, estaño, en la región occidental. Una actividad que fue encarada mucho antes que los europeos hayan pisado estas tierras, cuyo símbolo fue el cerro rico de Potosí, a punto de desplomarse, hoy, por la desmedida explotación.
La minería, por consiguiente, vuelve a ser el principal rubro de exportación, luego que terminara el boom gasífero o la época de la “Bolivia Saudí”. Entonces tenía la capacidad para cubrir la demanda de dos países vecinos, según los contratos respectivos. Hoy dicha producción, por diferentes motivos, está en descenso. Bolivia, entre enero a julio de 2021, recibió por exportación de minerales 3.070 millones de dólares. Y por hidrocarburos 1.311 millones de dólares. Recordemos tuvo un periodo de bonanza económica del 2005 al 2014. En aquel momento se hablaba de una “economía blindada”. Ahora el gas está sujeto a la volatilidad de los precios, en el mercado internacional.
En 1825 Bolivia, una vez constituida en República independiente, contaba con una población estimada en 997.000 habitantes. En la actualidad, según el Censo de 2012, habría 10.059. 856, habitantes. Tuvo un crecimiento vegetativo. Pero con una pobreza y extrema pobreza crónicas. Con una población que estuvo, hoy como ayer, en la búsqueda permanente de empleo, que signifique días mejores. Gobernantes, legítimos y espurios, prometieron generar fuentes de empleo, pero, llegado el momento, no lograron ese objetivo. Señalaron, inclusive, la cantidad de empleos que iban a poner a disposición de las personas que los requieran. Todo se limitó al discurso. Los desocupados engrosaron las filas del comercio informal, que no da tregua a los formales que cumplen con el pago de tributos y aranceles.
Con pugnas políticas incesantes. Con momentos de dolor y luto, que jamás estuvieron ausentes. Con un caudillismo de apetito insaciable. Quienes pretendieron consolidarse en el Poder, en dictadura y democracia, utilizaron la fuerza para teñir de sangre la historia. Otros cometieron el más descarado fraude electoral. Con dignatarios de Estado que huyeron, ante la furia de la ciudadanía. Con muertos y heridos, en el occidente y oriente. En los centros mineros, como bien relata la historia, en circunstancias que la actividad extractiva era el soporte de la economía. Con servidores públicos que vivieron y medraron, incurriendo, inclusive, en actos dolosos, reñidos con la honestidad y la transparencia. Con una frondosa planta burocrática, que ha succionado el erario nacional. Con el narcotráfico que ha dañado, en todos los tiempos, la imagen del país. Con una justicia politizada, no solo ahora sino siempre. Con presos, en regímenes militares y civiles, como resultado de la revancha o el canibalismo político. Con una exdignataria de Estado encarcelada, ahora, por un supuesto golpe de Estado.
En suma: deberíamos proponernos construir país, muy al margen de intereses sectarios. Bolivia debería ser nuestra prioridad, fundada en la unidad nacional. ¡Y Dios la proteja!

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