En el latín es donde se encuentra el origen etimológico de la palabra director. En concreto, procede de la suma de tres componentes de dicha lengua: el prefijo “di-“, que es equivalente a “divergencia”; el verbo “regere”, que es sinónimo de “regir”, y el sufijo “-tor”, que puede utilizarse como “agente”.
El término director corresponde a un adjetivo que hace referencia a aquel que dirige. El verbo dirigir, por su parte, está vinculado a la acción de llevar algo hacia un término o lugar señalado; guiar a través de señas o indicaciones; encaminar la intención y las operaciones a un determinado fin; dar reglas para el manejo de una empresa; orientar; o marcar una determinada orientación según la naturaleza de lo que le corresponde dirigir, así como a quienes intervienen en la misma.
Muchos son los aspectos que debe cumplir un director, para que su resultado sea el esperado, por ejemplo:
— Capacidad de análisis, lo que le permitirá detectar las fortalezas y debilidades del centro, incluyendo a toda la comunidad, factores sociales y culturales que la definen.
— Previsorio (término que abarca previsión, prudencia y sensatez), siendo capaz de ver más allá y prever problemas y oportunidades.
— Liderazgo democrático. Ejercer una influencia que ayude a incentivar el trabajo de todos por un objetivo común; Inspirar a los componentes del equipo, contando con el respeto y el apoyo del grupo. No debe imponerse, sino apoyarse en el debate y el intercambio de opiniones del equipo para la toma de decisiones.
— Un buen comunicador. No es suficiente tener buenas ideas y contar con una planificación adecuada. Es necesario transmitirlas, presentar el planteamiento de tal manera que involucre, motive y convenza al grupo.
— Receptor y empático. Saber escuchar a su equipo, comprender lo que le preocupa y reaccionar ante las dificultades que le puedan surgir a lo largo del proceso innovador.
— Ser flexible. Permitir cierta flexibilidad para adaptar planes erróneos o demasiado ambiciosos, reconducir problemas y asumir reveses inesperados.
— Reflexión y capacidad crítica. Examina el camino realizado siendo consciente de los errores, admitiendo ser criticado y a la vez autocrítico.
— Autoridad. Poseer prestigio y crédito en razón de su legitimidad, calidad o competencia en el ámbito en que se desenvuelve.
Lo idóneo sería para un director o directora, tomar estos puntos y a través de un check list o lista de chequeo visualizarse a sí mismo (autoevaluación) si dispone de las mismas, obviamente para superar las deficiencias (de ser autocrítico), complementadas por las opiniones de los subordinados y superiores (heteroevaluación), proceso que deberá ser sistemático.
Que de no lograrse el resultado sería catastrófico hasta alcanzar la mediocridad (de escasa calidad o mérito) para la empresa a mediano y largo plazo, más cuando los productos son personas.
El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas.