Cuando faltan poco más de tres meses para la realización de las elecciones presidenciales en Brasil, la preservación de las reglas del juego se ha convertido en una motivación central para quienes logran entender la importancia de la democracia en la convivencia humana. La 11ª Conferencia FAPESP 60 Años reunió a dos grandes especialistas para abordar el tema “Los riesgos para la democracia”: Maria Hermínia Tavares de Almeida, investigadora sénior del Centro Brasileiro de Análise e Planejamento (Cebrap) y profesora titular jubilada de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas de la Universidad de Sao Paulo (FFLCH-USP), y Oscar Vilhena, director de la Escuela de Derecho de Sao Paulo de la Fundación Getúlio Vargas (FGV-Derecho-SP).
Tavares de Almeida inició su exposición haciendo referencia al proceso de erosión de la democracia liberal que comenzó a finales de la década de 1990 y que se arrastra durante más de dos décadas, con la transición hacia regímenes autoritarios en varios países.
“En Brasil existe un doble riesgo, que proviene del gobierno federal y de actitudes presentes en el seno de la población”, dijo. Y añadió que los brasileños eligieron un gobierno “que no tiene ningún compromiso con el sistema democrático y con sus reglas”, que recurre reiteradamente, por una parte, a una “estrategia de confrontación basada en la provocación permanente, en la identificación con las Fuerzas Armadas y en la creación premeditada del caos”.
Por otra parte, sostuvo, existe una significativa malquerencia en relación con la democracia que se expresa en un amplio sector de la población. Una investigación realizada en el año 2018 por Latinobarómetro –una organización no gubernamental que lleva a cabo sondeos de opinión pública– mostró que solamente el 34 % de los brasileños que participaron de la muestra contestó “sí” ante la pregunta: “¿es preferible siempre la democracia?”, un porcentaje situado muy por debajo de la media latinoamericana. “Para una gran parte de la población, sencillamente da lo mismo. Y eso se erigirá siempre como una amenaza latente a la estabilidad democrática, y como una base potencial para la extrema derecha y los proyectos autoritarios”, sostuvo la investigadora.
Al preguntársele acerca de las causas de dicha indiferencia, Tavares de Almeida las asoció con la pobreza y a la aguda desigualdad social imperante en el país.
Al enfocarse en las actitudes del actual gobierno y en la reacción de las instituciones, Vilhena recordó que Brasil atraviesa hace más de una década una condición de “profundo estrés constitucional”, que tuvo su primera gran expresión en 2013, cuando las calles fueron tomadas por sectores de la población descontentos con las promesas no cumplidas. “Ese es el marco que dio lugar en 2018 a la victoria de Bolsonaro, un presidente abiertamente hostil a la democracia”, afirmó.
Vilhena explicó que la estrategia que el presidente pone en práctica consiste en usar y abusar de lo que caracterizó como actos infralegales: “Mediante decretos, resoluciones y nombramientos, Bolsonaro logra neutralizar la acción de agencias que poseen incumbencias constitucionales, tales como la defensa del medio ambiente o de los pueblos originarios”.
“Bolsonaro puso bajo la mira de su ataque a todo el progresismo establecido por la Constitución de 1988”, afirmó el jurista. Y como cuenta con un escudo en el Congreso, que lo protege contra los más de 130 pedidos de juicio político, “esto ha derivado en una judicialización de la política brasileña, con el Supremo Tribunal Federal [la Corte Suprema] cumpliendo un rol sumamente activo en el freno al accionar presidencial”.
La presentación de 11ª Conferencia FAPESP 60 Años estuvo a cargo de Ronaldo Aloise Pilli, vicepresidente del Consejo Superior de la FAPESP, quien puso de relieve la importancia de los mecanismos democráticos para impedir que “aventureros flirteen con el poder o eventualmente se encaramen a él”. La moderación fue de Marta Arretche, integrante de la Coordinación Adjunta de Ciencias Humanas y Sociales de la FAPESP…
Agencia FAPESP