jueves, septiembre 26, 2024
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Cuando hay conveniencias que hacen callar…

“Hay mucho por decir, y mucho más por callar”. En muy viejos tiempos, un Ministro de Gobierno, consultado por la prensa, para responder algo, dijo la frase indicada en el rótulo de esta nota. Preguntado a solas y sin temor alguno, expresó: “A ti puedo decirte, pero calla, no digas nada ni pregones lo que ustedes, los periodistas, siempre difunden a todo el mundo…”. Así, estas palabras han sido dichas por muchos y, cuando se llegó a saber algo, fue con el compromiso de no decir y callar para siempre… “El Presidente, cargándonos el fardo, dispuso que se entregue dinero a …”.

El ministro tal, con cargo a gastos reservados de la Presidencia, “dispuso gastar en la fiesta de la semana pasada y que también se lo haga en la del sábado…”. “El viaje del ministro presidencial es para llevar a su familia a Europa, por ser el único que hasta ahora no se benefició con tan gran regalo. Por favor… calla”. Así, entre mil y un “dimes y diretes” habría mucho que ventilar; mucho que se debería conocer y, además, llegar a dinero que cargó y nunca volvió a las arcas porque “se dio para gastar y no para devolver…”. “Ese equipo costó solamente cuarenta mil dólares, pero, con cargo a gastos reservados, se anotará cuatrocientos mil, pero con la condición de callar…”. “¿Cuánto gastaría en los últimos diez viajes el presidente?’ Fue el interrogante del día… La respuesta, entrecortada por las sonrisas: ¿A quién importa? Total… es plata del Estado que se repone con algunos préstamos. Otro “lenguaraz”, “Que yo sepa, pasajes, alimentos y viáticos para hoteles y otros, se dio a cada uno de la comitiva a 20 mil dólares y si falta para sus familiares, que se gaste nomás…”.

Así, alegre y festinatoriamente, se gastó lo que nos había prestado el Banco Mundial o el FMI o cualquier país para obras de desarrollo o terminar tal o cual camino vecinal o seguir con la carretera a cualquier sitio. Así, quedan obras por hacer; pero alegrías y placeres a costa de un pueblo que siempre paga.

Esta manida costumbre fue obra de muchos regímenes, especialmente de facto, que sin considerar lo sagrado que debe ser el peculio del país han usado dinero público en lo que no debían. Sería de esperar que, conforme a experiencias de este gobierno, haya encontrado en simples revisiones de un cercano o lejano pasado, situaciones que, desde todo punto de vista, son contrarias a los intereses del pueblo.

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