miércoles, julio 24, 2024
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¿Qué futuro tendrá la humanidad con quienes pueden estallar el planeta?

Resulta no sólo alarmante sino preocupante el hecho de que la población mundial esté expuesta cada día a enfrentar preocupaciones y sumirse en angustias por los peligros que representan las conductas de los gobernantes del mundo; países que parecen inclinados a la adopción de medidas drásticas por la guerra de Rusia contra Ucrania y, prácticamente, en contra de una parte importante de países que han condenado su conducta desde que invadió Rusia a Ucrania y no cesó ni un solo un día en bombardear ciudades sin considerar la vida de miles de personas que se ven expuestas a la intención criminal del presidente ruso Vladimir Putin a “terminar la resistencia de los ucranianos hasta lograr una rendición total”. Ante la contundencia de la invasión, parte de la población decidió emigrar hacia naciones vecinas. Otra parte de la población decidió quedarse para enfrentar a las fuerzas invasoras. Naciones del mundo, conjuntamente organizaciones mundiales, no pudieron mantenerse al margen de los hechos y, empezando por los Estados Unidos, impusieron severas sanciones económicas a Rusia pero nada arredró al mandatario ruso para frenar un accionar bélico que se incrementó logrando prácticamente una reacción en cadena.
El día a día se hizo parte del drama para que miles de personas abandonen sus hogares en medio de dolor y lágrimas de mujeres, niños y ancianos; más pueblos y gobiernos que condenaron a Putin, mayor destrucción de ciudades con sus edificios, viviendas, escuelas y hasta hospitales que se convirtieron en blanco de las bombas para ser meros espectadores de lo sañuda que resultó la invasión y, ante todo, para dejar la sensación de que no quedan esperanzas de que todo termine y pueda retornar la armonía y la paz en pos de conseguir la reconquista de pueblos víctimas de las bombas y proceder a su reconstrucción. Reflejar, así sea en parte, lo que narraron algunos medios de comunicación –especialmente radios y canales de televisión– han dado cuenta de la gravedad de la gran desgracia sufrida por Ucrania y por quienes en todo el mundo aman la libertad. Y como no se logró amainar la contundencia de la guerra, debido especialmente a que Ucrania se convirtió en nación receptora de mucha solidaridad, comprensión y apoyo, Putin lanzó la funesta amenaza de un extremo por nadie esperado y que, lógicamente, invadió de temor a la comunidad mundial: ¡Podría llegarse a una guerra nuclear!
Ante semejante prevención, EEUU y otros países, directamente o no mostraron esa posibilidad que resultaría temeraria, contraproducente y desafortunada, así se quede en simple amenaza porque psicológicamente afectaría a la mayor parte de la población incapaz de recibir semejante prevención dramática que haría recordar lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki los días 6 y 9 de agosto de l945 para conseguir la rendición japonesa. Ante posiciones tan drásticas y contrarias a la seguridad y vida de la población mundial, ante lo expresado ¿será posible la única respuesta de los que se creen “dueños inmisericordes” del mundo?
Una situación no sólo preocupante sino angustiante que sume al mundo en mar de suposiciones o creencias fantásticas de lo que podría sobrevenir y que, con locos colocados sobre un tablero con el contenido de un botón que, accionado con un dedo, dispare el arma mortal, ¿qué hacer, pensar o suponer? ¿Posible sentir o prever? Lo más cierto: Ningún tiempo para sumirse en la nada…
Ante la posibilidad (ojalá muy remota) del mayor acto genocida en que sean sumidos todos los seres humanos, nada es posible pensar, sentir o creer. Alguno de los auto-llamados líderes de la humanidad, ¿habrán pensado lo que podrían hacer? ¿Sopesar las consecuencias de su egolatría, soberbia y estupidez? Como transcurran los hechos, es imposible sopesar lo que podría ser o sobrevenir y lo único que quedaría es implorar a Dios demandando Su perdón reconociendo cuánto mal hicimos Sus hijos con la obra más perfecta de Su creación, el hombre.

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