jueves, septiembre 26, 2024
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El vigoroso grito del espíritu paceño

La conmemoración vigorosa y entusiasta del pueblo paceño de la histórica fecha del 16 de julio de 1809, que puso los cimientos de la nacionalidad boliviana, ha puesto en agenda, como tema de máxima prioridad, salir de la crisis que soporta desde hace algunos años y volver a asumir la posición de vanguardia que siempre lo ha caracterizado, aun en los momentos más difíciles de su existencia.
Desfiles, manifestaciones, fiestas, actos religiosos, marchas, verbenas y toda clase de celebraciones con espíritu progresista paceño se pudo observar a lo largo y ancho de la ciudad, desde los barrios más populares hasta los más destacados, pasando por los más tradicionales. La población en unidad, desde los más diversos sectores sociales, desde niños hasta mujeres de todas las edades, se expresaba con ánimo creador, levantando en alto la bandera de la marcha al futuro y portando como blasón la Proclama de Murillo que mira al futuro y abre los caminos amplios de la Nación boliviana.
Ese espíritu con visión de grandeza no es de origen reciente, sino producto de una larga historia que se pierde en la noche de los tiempos. No mira indiferente el pasado, ni se estanca con los brazos cruzados en el presente, sino que con esa visión creadora se proyecta hacia objetivos históricos y no solo a mezquinos intereses, meramente utilitaristas, que no se encuentran en la orden del día de su existencia. Recordemos los sucesos de 1809, 1871, 1952 y otros que son de inmarcesible memoria.
En la historia de Bolivia siempre ha estado presente ese espíritu de vanguardia, por lo que otras naciones siguieron la senda abierta por el espíritu del pueblo paceño, cuyo carácter determinante es reconocido en forma universal y está siempre presente.
La recordación de la insurrección popular acaudillada por el prócer Pedro Domingo Murillo, puso de relieve, una vez más, aquella frase iluminada con la palabra referida a la libertad: “La tea que dejo encendida, nadie la apagará”.

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