jueves, septiembre 26, 2024
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Paz mundial, ¿seguirá siendo solo un ideal?

Entre evitar conflictos y prepararse para la guerra, surge la paradoja en el mundo de no saber qué caminos transitar, qué conductas asumir y qué esperanzas tener para conseguir el ideal de todos los tiempos: una paz y condiciones de concordia entre todas las naciones. Cada país siente la urgencia de vivir pacíficamente y anhela evitar discordias y desencuentro entre todos los hombres; cada nación vive bajo el anhelo proclamado por sus gobernantes de evitar confrontaciones. Y cada hombre, en la posición que sea, se hace testigo de que todos pregonan el ideal de la paz y la concordia entre pueblos y naciones y viven inmersos en proyectos y planes para hacer la guerra “defendiéndose” de enemigos que son creados a su alrededor.
Examinados a fondo los sentimientos e intenciones esgrimidos, se llega a la conclusión de que la soberbia, mal que perdió a todos los seres humanos desde la misma creación, determina situaciones que los impelen a combatir entre sí, por considerar que todos son contrarios. No se puede esgrimir siquiera un ápice de humildad para considerar que cada quien ama a sus semejantes y busca, directamente o no, crear condiciones de amor y comprensión entre todos. Son pocos los hombres que, con espíritu honesto, obran con la verdad y buscan que la paz entre naciones sea una realidad. Son personas del mundo dispuestas a decir la verdad y defender virtudes, valores y principios.
Del comportamiento de cada ser humano depende que las condiciones de amor, unidad, fraternidad y libertad sean virtud y forma de vida de todos, que las discordias sean alejadas o marginadas de la vida, que nuestros niños y jóvenes vean que es posible crear escenarios para sembrar amor y comprensión en los corazones, como medio de anular la soberbia y crear situaciones para que sean allanadas las diferencias. Y es que la mayoría de la sociedad mundial tiene que estar provista de las virtudes precisas, de nobles sentimientos, como una especie de contagio generalizado entre todos los pueblos.
Es necesario que la humanidad entienda que sin la paz y la concordia entre los hombres no será posible tener libertad ni democracia ni justicia ni bienestar para el progreso general. Es, pues, fundamental que todos contribuyan a que las condiciones que dan lugar a mejor vida sean vocación y práctica de todos, empezando por los niños y jóvenes, que son los elementos humanos de nexo y amor para lograr lo que sus mayores no consiguieron a través de generaciones.

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