Contrariamente a lo que ocurre en otras ciudades del mundo, en la Alcaldía Municipal de La Paz existe una especie de fanatismo por derribar árboles en plazas, avenidas y calles de la ciudad y destruir plantaciones. Y es que jardineros insensibles y nada capacitados se preocupan por destruir lo que más se debería cuidar: enormes árboles con decenas de años y vegetación de mucho tiempo, los que, tanto en plazas como en avenidas, han sido derribados; muy especialmente se atacó los alrededores de la ciudad y se evitó mayores crecimientos de vegetales. Alcaldes, directores y jardineros municipales han explicado que “se poda y derriba con la finalidad de conseguir un crecimiento armónico de árboles y plantas ornamentales” y cuando se produce alguna reproducción vegetal se destruye, evitando que crezcan más.
En las últimas semanas del mes de junio hubo esmero en destruir.
Los ejemplos son múltiples y basta señalar los casos de las plazas de Obrajes, avenidas y calles de Calacoto, Miraflores, Cota Cota y muchos otros sitios donde los árboles cumplían sus funciones naturales y eran efectivos pulmones para la ciudad. ¿Qué pasa realmente con las autoridades municipales? ¿Por qué el ensañamiento contra una ciudad que debe ser cuidada con esmero, cariño y vocación de servicio? ¿Por qué no se cambia al personal inepto por otro que haya recibido instrucciones sobre la forma de podar impurezas ya secas en arboledas de calles, avenidas y plazas?
La ciudad de La Paz es, con seguridad, la que menor cantidad de vegetación tiene y no es por la “mala calidad de la tierra” (como dicen en el municipio) sino porque no hay esmero en el cuidado y menos en las plantaciones que se hacen cada año. Lo cierto es que, en los meses de junio y julio, hay dedicación enfermiza por podar y destruir. Además, se reemplaza preciosos ejemplares de árboles por plantas enanas de 80 centímetros. Es urgente borrar de alguna población el criterio de que “hacen sombra perjudicial”, que “son criaderos de bichos y ratones”, que “es basura que se debería quemar” y otros criterios falsos que rondan especialmente en mercados y sitios populares de la ciudad.
Seguramente que ahora, ante “reclamos que hace y molesta la prensa”, en la Alcaldía se dirá: “Qué saben los periodistas… Nuestros técnicos agrónomos han dicho que así se trabaje”, etc., frases que nada aclaran y menos intentan corregir lo mal que se hace al privar a la ciudad y sus pobladores de arboledas y plantaciones que, de haberse permitido que desarrollen, darían otro aspecto a la ciudad que sería, seguramente, urbe con grandes espacios verdes, aunque tenga “árboles que molestan a especialistas” que nada saben, pero podan y destruyen lo que más se debe cuidar.