Esta es una ponencia, discusión, presentada en el Primer Encuentro de Intelectuales Aymaras (UPEA, 2022); empecé definiendo «gamonalismo», basado en el libro: “Historia de una lucha desigual” de Roberto Choque Canqui (p. 82), donde citando a Flores Galindo, expresa: “el término ‘gamonal’, es un peruanismo acuñado en el transcurso del Siglo XIX, que buscaba establecer una similitud a una planta parasitaria con los burócratas de la administración pública”. El término designaba a la existencia de un “poder local”, cuyo dominio podía comprender un pueblo o abarcar hasta una provincia. En Bolivia como en el Perú: “Los gamonales eran llamados generalmente mestizos o vecinos de villorrios rurales, que quitaron con el poder coercitivo, tierras productivas a los originarios”, protegiéndose en la Ley de Ex vinculación (05/10/1874).
Reprochando esa coyuntura: leemos en “Tupak Katari, vive y vuelve… carajo”, de Felipe Quispe Huanca (2007:17), que desde España nos invadieron frutas podridas a nuestro territorio del Tawantinsuyo; llegaron militares, curas aventureros, oidores, corregidores, encomenderos, mercaderes, rescateros, analfabetos, y criminales hasta los tuétanos. Esa gente putrefacta ha cruzado el Atlántico vistiendo andrajos, comiendo afrechos y piojos, y apenas cayeron de rodillas ante la faz de la Pachamama (Madre Tierra), se convirtieron en señores e hidalgos (mistis), dueños de extensísimas tierras más fértiles de los pueblos originarios…”.
En Bolivia proliferan haciendas desde la invasión de los españoles al continente de Awya-Ayala (América), el 12 de octubre de 1492-1532. Apareciendo con mayor agresividad en el altiplano en el periodo de la fundación de la República, 1825, hasta perecer poco a poco después de la Revolución Obrero Campesino de 1952 en las tierras productivas del altiplano y valles interandinos. Los feudos patronales fueron instalados para establecer sus sistemas de explotación (esclavista) y sometimiento físico a los originarios de la región del altiplano, valles y yungas. Aunque hasta ese entonces, nuestros abuelos tenían otras formas de organización comunitaria en “ayllus”, “markas” y “suyus” con sus tradiciones, costumbres, ritos y ejercicio del poder político que respetaba el “thaqi”, “sara” y “muyu” comunal.
Sin embargo, esa estructura organizativa fue destruida por los gamonales. Post levantamiento de obreros y campesinos (1952), dotaron 10 hectáreas a los “pongos-colonos” que trabajaron en la hacienda como esclavos a tiempo completo. Tal como consta en el expediente 55-1 de la comunidad Casamaya, que queda en la provincia Omasuyos, Cantón Achacachi. El topógrafo Wenceslao Aliaga A. (12/11/1954) dice: “(Me) constituyo a la hacienda, propiedad de los señores Terrazas Aliaga, a objeto de verificar el levantamiento topográfico, delimitación y deslinde para la fijación de las superficies inafectables, destinadas a los propietarios del indicado fundo y por otra parte, la zona colectiva para los campesinos de la misma, todo de acuerdo al Decreto Supremo de 26 de agosto de 1954, y a instrucciones emanadas del señor Vice-Presidente del Consejo Nacional de Reforma Agraria”.
Después de la Revolución, inmediatamente dirigentes provinciales de Omasuyos, como Toribio Salaz, Álvarez Plata; incitaron a los originarios a organizarse en “sindicatos”, para convertir a las comunidades circunvecinas en “amigos-enemigos”, enfrentando “indios contra indios”, “comunidad contra comunidad”; mencionado en detalle, por Julio Ocampo R, topógrafo del Servicio de Reforma Agraria (30/11/1955), en su informe a los señores Presidente y Vocales del Consejo Nacional de Reforma Agraria, afirmando: “…atentado a los campesinos de la comunidad Y, por parte de los comunarios de X, esto por motivos netamente de posesión y tenencia de las tierras productivas de las haciendas…”. Es claro ejemplo de que los gamonales dejaron conflictos en las comunidades, sobre todo por posesión y dominio de las tierras productivas, causa fundamental de la rebeldía de los pueblos originarios hasta nuestros días.