viernes, agosto 2, 2024
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Cómo rehacer la vida tras un “divorcio gris”

Por: Valeria Sabater, psicóloga

Los datos estadísticos nos dicen que los divorcios en parejas de más de 50 años han aumentado, y lo han hecho en muchos lugares del planeta. Sin embargo, cuando uno afronta la ruptura de una relación de 20, 30 o incluso 40 años, los desafíos son innumerables. También muy particulares.
Muchos lo ven como una liberación. Sin embargo, los divorcios en personas de edades maduras no siempre son tan positivos. Tras este fenómeno en auge se esconden litigios económicos y grandes retos emocionales.
Iniciar la vida tras el “divorcio gris” no es un reto sencillo. Tanto, que muchas personas se sienten perdidas. Bien es cierto que hay quien puede como una nueva oportunidad o una segunda juventud. También como una merecida oportunidad de dar forma a una existencia más feliz, renovadora y llena de objetivos esperanzadores. Es verdad, a su vez, que nada es tan necesario como finalizar un vínculo de pareja que lejos de aportarnos satisfacción, nos trae infelicidad y dificultades.
Ahora bien, cuando dos personas han compartido espacios vitales durante décadas, han construido juntas una gran infraestructura familiar, emocional, material y hasta económica. Partir en dos ese legado, como quien parte por la mitad un papel, no es fácil. Casi siempre se abren dificultades en el reparto de los bienes, hay que manejar el duelo por la ruptura y hay que redefinir, incluso, el propio sentido de la vida.

Claves para iniciar una nueva vida
El amor a veces se apaga, se rompe o se usa de forma indebida. Sea como sea, hay quien, en lugar de dar por finalizado ese vínculo tras el desamor, lo prolonga durante décadas. Esto es algo frecuente en las parejas de más de sesenta, a quienes se les educó en la idea de que un matrimonio o una pareja es para siempre. Y en estas condiciones, lo único que duraba para siempre era el sufrimiento.
Afortunadamente, esta percepción está caducando. El divorcio ya no se ve como un estigma, sino como una acción frecuente y más que consolidada en nuestra sociedad. Si a ello le añadimos que una parte importante de las mujeres de entre 50 y 60 tienen independencia económica y sus propios proyectos laborales, comprendemos mejor el porqué del aumento de las rupturas en este sector poblacional.
El auténtico reto está en cómo iniciar la vida tras el “divorcio gris”. Porque algo que debemos tener claro es que este fenómeno no se explica por factores como “el nido vacío“, la “crisis de la mediana edad” o la “cercanía de la jubilación”. En absoluto. Tenemos a personas que ya no aman a sus cónyuges/parejas y que desean iniciar una vida en solitario. Manejar lo que llega tras dar ese valiente paso no es fácil.

La necesidad de contar
con el apoyo del entorno
Una investigación publicada en The Journals of Gerontology indica dos aspectos interesantes. El primero es que la llamada revolución gris del divorcio hizo su acto de presencia en 1990. Desde entonces, las rupturas en parejas de más de 50 representan 1 de cada 4 divorcios.
El segundo aspecto es que no conocemos con exactitud los predictores de este fenómeno, ni tampoco las consecuencias. Sin embargo, sabemos que no es un proceso sencillo y que por sus características es muy diferente a los divorcios de las cohortes de edad más jóvenes.
Por tanto, algo que sin duda es clave en estas situaciones es que la pareja divorciada cuente con el soporte de su entorno. Tener a amigos con quienes hablar, un grupo social que haga de aliado cotidiano, es clave para iniciar la vida tras el “divorcio gris”. Asimismo, es positivo contar con la comprensión y el acompañamiento de otros miembros de la familia.
Hacer frente al divorcio gris implica tener que dejar la relación con la familia extendida de la pareja, relaciones de amistad comunes, renunciar a determinados sueños y reformular todo el legado de recuerdos y vivencias en común.

Reformular la historia
de vida para orientarla al futuro
La pareja de 55 o 60 años que decide divorciarse puede haber convivido junta entre 20, 30 o más años. Bien es cierto que cada caso es único y que, aunque hay relaciones que fueron mal desde el inicio, otras experimentaron un declive en la última etapa. Esto implica en la mayoría de los casos tener que reformular la vida casi desde los cimientos.
Hay quien lidia con el arrepentimiento por todo lo vivido y el “por qué no lo habré hecho antes”. Otros, sufren por desprenderse de un compañero o compañera de vida a quien aún aman y que por diversas circunstancias (traiciones, desacuerdos, etc.) deben dejar. Habrá quien escape de una relación largamente abusiva y están los que dejan la relación por mutuo acuerdo al no existir amor.
En todas esas circunstancias, lo último que debemos hacer es intentar borrar todo lo vivido con esa persona. Esas décadas compartidas están ahí y son parte de nuestra historia. Configuran parte de lo que somos. Es necesario aceptar el pasado para enfocarnos hacia el futuro y eso requiere realizar primero un duelo por esa ruptura. Más tarde, clarificaremos nuevas metas y propósitos.

El tema económico,
fuente de ansiedades
Iniciar la vida tras el “divorcio gris” da vértigo en muchos casos. En especial, cuando tenemos a uno de los dos miembros que no ha cotizado y que depende, por ejemplo, de la pensión del cónyuge. Insistimos en que este fenómeno en alza presenta muchas realidades. Una de ella es la de esas mujeres que han dedicado su vida al cuidado y la atención de los hijos.
En otras situaciones, la pareja deberá hacer frente a la división de un patrimonio en el que no siempre están exentos los problemas y litigios. Son experiencias que ocasionan una gran ansiedad y que pueden, en ciertos casos, crear antagonismos entre otros miembros familiares.
La comunicación y empatía entre padres e hijos es decisiva para sobrellevar los efectos del divorcio gris.
Iniciar la vida tras el
“divorcio gris”: ¿cómo afecta
a los hijos adultos?
La mayoría de los padres de 55 o 60 años asumen que sus hijos no sentirán en exceso e impacto de su divorcio. Son mayores, se dicen. Tienen sus vidas, insisten. Sin embargo, muchos de estos jóvenes lidian en silencio esa situación sin saber cómo aceptarla, entenderla y afrontarla. Experimentan contradicción, extrañeza, decepción y tristeza.
Por ello, a la hora de rehacer una vida es conveniente hablar con los hijos adultos y explicarles que toda emoción que experimenten es válida. Hay que abrir canales de comunicación y no quedarnos con la idea de que, por ser mayores, dicha realidad familiar no les afecta en exceso. Porque no es así.
Obviamente, no se necesitará el permiso de estos para proceder a la ruptura y separación de la pareja. Sin embargo, el apoyo mutuo entre padres e hijos, así como hacer uso del diálogo empático y sincero, servirá de amortiguador para una situación que no es cómoda ni fácil para nadie.

ES NECESARIO ACEPTAR EL PASADO PARA ENFOCARNOS HACIA EL FUTURO.
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