lunes, julio 8, 2024
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Cumbres de “siete” o “veinte”, ¿de qué sirven al mundo?

Las características de los siglos XIX, XX y parte del XXI es que naciones que podrían hacer mucho positivo en bien de la humanidad, han formulado declaraciones y prometido lo que se ha hecho imposible de cumplir: combatir y derrotar a la pobreza, renunciar a los conflictos armados o guerras y hacer que la paz y la concordia sean normas de vida en el planeta. La verdad es que si tan sólo uno de los propósitos se cumpliera, las soluciones (hasta por analogía) vendrían para los tres; pero, ninguna nación y ni uno de los delegados hizo referencia siquiera remota a esos problemas y, seguros y petulantes, cada uno mostró la “cara diplomática” que seguramente debía representar y hacer abstracción total de planes y proyectos que bien podrían calificarse como “falsedades, fantasías, quimeras o ilusiones de inocentes infantes”.
Ante cuadros semejantes, ¿qué interrogantes se tejen en mentes de la población? ¿Qué sensaciones de decepción y frustración se albergan en ellos? ¿Merecerá creer en lo que dicen y prometen los poderosos del mundo que poseen todos los medios para hacer realidad los tres proyectos y no lo hacen porque seguramente ninguno está imbuido de amor y vocación por el bien común?
La población del planeta Tierra –miles de millones de personas de múltiples generaciones– frustrada, fracasada, decepcionada y amargada por semejantes conductas, ¿qué podrá pensar, creer o suponer? ¿Sumirse en las simas del dolor o la decepción? No correspondería y es el sentimiento de comprensión y ternura que determinan las futuras conductas plenas de bondad y amor que saben de las falencias humanas, las sopesan y valoran en todo lo que son y significan en la vida.
Aplicar cualesquiera de las tres soluciones valdría hasta para el sentido más común de la vida pero unos son los sentimientos y otros los pensamientos del razonamiento; cada uno que está inmerso en razones y pensamientos difíciles de comprender perfectamente y hacerlo “carne y hueso” en el sentir de cada instante. El día que la humanidad valore debidamente lo que es la vida, se habrán superado muchas dificultades y susceptibilidades que no cuentan en el diario vivir porque esa vivencia pasa y se supera y hasta adquiere la condición de costumbre.
El hombre, muchas veces brutal en sus acciones, se muestra tierno y gentil en sus sentimientos porque desde sus inicios, instintivamente supo dar equilibrio a su actuación física y moral; sin embargo, más arrastrado por sus instintos que por sus razonamientos, no siempre supo dar la equidistancia debida a sus decisiones más convenientes que signifiquen comprensión y entendimiento cabal de lo que es la vida y menos de lo que implicará para cada uno de los seres que conformará el conjunto humano a inmediato o mediato futuro siempre imprevisibles.

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