lunes, julio 8, 2024
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Enguerrillamiento por el censo

El país se encuentra en medio de una vorágine política de creciente proporción. El censo, pese que se trata de un asunto de relativa importancia, se ha convertido en un desiderátum de grandes alcances, difícil o imposible de sofocar. No se toma en cuenta su magnitud, ni las circunstancias en que se está desarrollando.
En primer lugar, el país se halla en medio de una alarmante crisis económica debido a factores internos de viejo origen y otros externos como la guerra colonial desatada por Rusia contra Ucrania. A todo eso se debe sumar una serie de convulsivos conflictos internos, como de los cocaleros, los campesinos movilizados, con bloqueos, marchas por todos lados, así como conflictos dentro de los partidos políticos, inclusive de la tienda gobernante, que ha adquirido imagen desgarradora.
Por si fuera poco, ha surgido un problema mayúsculo con motivo de la realización del Censo general de la nación, que ha generado un estado de enguerrillamiento entre el gobierno del Estado Plurinacional y la Gobernación de Santa Cruz. Asunto que, ajeno al interés del pueblo, amenaza con hacer llegar la sangre al río o algo peor, debido a la intransigencia de las partes y su escasa voluntad de negociar, debido a causas de fondo, no difíciles de identificar, pero que están en juego pese a su carácter subjetivo y de menor categoría.
En la consideración del censo se ha perdido la perspectiva histórica y hasta la mera convivencia. No se considera que el censo no es un asunto estructural, sino que, en realidad, es solo una cuestión tangencial. Además, las partes enguerrilladas están dando al asunto valoración pragmática y utilitarista, en pos de aumentar sus bancadas parlamentarias, lograr mayor asignación de dinero, etc., y relegan la verdadera importancia de un censo.
Este asunto sería, pues, –como se ve– una tempestad en un vaso de agua y, por tanto, debe ser resuelto como una simple contradicción, lejos de considerarlo como un antagonismo imposible de resolver. Por otro lado, no se debe desconocer que el país tiene problemas estructurales de gran magnitud, que requieren atención de urgencia. Es, por tanto, necesario llamar a reflexión a las partes en discordia para que se reúnan y lleguen a la concordia, y así dejar de echar, irresponsablemente, más leña al fuego, recurriendo a la solución por el desastre. Es, pues, prioritario deponer prejuicios de mínima cuantía y solo tomar en cuenta el interés nacional… antes de que sea tarde y la guerrilla se convierta en guerra.

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