miércoles, septiembre 4, 2024
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La Iglesia pide gobernar escuchando al pueblo

Como instructivo o clamor, los obispos del país piden que las autoridades de gobierno actúen conforme a las urgencias y requerimientos del pueblo. Contrariamente a lo que dicen muchos políticos, los obispos cumplen con el deber de velar por el bien común; es decir, cuidar del pueblo y sus intereses. Esto implica, claramente, que nadie puede aislar a la Iglesia de sus deberes, puesto que ha sido fundada por Cristo para servir, cuidar y atender las urgencias de los pueblos, sin limitación alguna. La demagogia laical de los políticos sostiene que obispos, sacerdotes y religiosos están “obligados a la prédica desde los púlpitos sin injerencia en cuestiones terrenales”.
Semejante criterio es inconcebible porque la pregunta sería: ¿Creó Jesús su Iglesia e instituyó las órdenes religiosas al margen de los intereses del hombre? ¿Su Iglesia no está al servicio de los hombres para exigir que las autoridades cumplan sus deberes de atender a los pueblos en todas sus urgencias y no servirse ni de ella como obra de Dios ni de los hombres para atender los requerimientos y exigencias de los políticos? ¿Desde cuándo los obispos no tienen autoridad ni injerencia en las cuestiones mundanas y materiales de los seres humanos? Cristo, al proveer de pescados y pan a miles de personas, cuando dio su sermón en la montaña a más de cinco mil personas ¿lo hizo al aire, para alegría de los escribas y judíos que buscaban ponerle trampas? ¿No dijo todo su sermón y se refirió a las Bienaventuranzas para repetirse solo en el templo y no darlos a conocer a todos los hombres? Qué poco o nada saben los políticos y fariseos de lo que es Jesús, de lo mucho que significa para la humanidad y de cuánto desconocimiento existe de su doctrina y su accionar como Dios y Señor.
Cuando el episcopado pide al gobierno la debida administración de las autoridades para el pueblo, lo hace atenido a que sabe que le falta mucho, que todo lo que se haga es insuficiente y requiere ser aumentado. La Iglesia conoce que niños, mujeres y ancianos no cuentan con lo necesario para vivir y el gobierno tiene que atender todas las necesidades de la población. Que obispos y sacerdotes deben cumplir debida y eficientemente sus deberes, nadie duda y, al contrario, se pide que cada miembro de ella, como Iglesia haga lo que debe en pro de todos los hombres y mujeres, niños y jóvenes componentes del conglomerado humano y, para ello, debe estar asociada con los políticos y con todos los miembros de la sociedad comprometida en acciones de servicio al bien común.
Los gobiernos no son los que deben dar lecciones y nociones de servir y amar a la humanidad porque ésta, desde siempre, recibe la atención, guía y amor de Dios. Por su parte, el gobierno y demás autoridades pueden requerir, desde siempre, el apoyo de quienes ejercen cualquier autoridad, cuya investidura, además, es concesión del mismo Creador que instituyó autoridad para los hombres, a fin de que cumplan con sus deberes y obligaciones.

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