sábado, julio 27, 2024
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Sobre nuestra deuda externa

La dictadura más prolongada en Bolivia, que data de hace más o menos 50 años, abandonó el Poder cargada de una deuda externa de 1.800 millones de dólares (Presencia, 8 de septiembre de l988). Entonces sus adversarios le atribuyeron este dicho: “La deuda que dejo, nadie lo podrá pagar”. De veras que los créditos de origen externo, les provocaron fuertes dolores de cabeza a los gobiernos de turno. Todos, o la mayoría, tuvieron, lamentablemente, que recurrir a ese “lubricante” económico, para encarar sus gestiones, en dictadura y democracia. Nadie pudo prescindir de ese recurso.
Daría la impresión, en la actualidad, de que los bolivianos, estuviéramos endeudados hasta la coronilla. De que las próximas generaciones, del oriente y occidente, citadinas o rurales, surgirían hipotecadas, ante los organismos financieros internacionales, que, quiérase o no, son las instancias que pueden contribuir a la estabilidad económica. Pero muchos dirán que aquellos manipulan a los pueblos, según sus propósitos monetarios.
Parece que no ha quedado vestigio de la bonanza económica, generada entre el 2005 y 2014, por el boom gasífero. Cuando la exportación de gas a la Argentina y Brasil promovía cuantiosos ingresos al erario nacional, por la elevada cotización de ese recurso natural en el mercado internacional. Ahora la minería lidera, en materia de exportación. En consecuencia, nuevamente estamos, como durante regímenes anteriores, estigmatizados como subastadores de la Patria, por la necesidad de recurrir a créditos externos. Quizá vamos a transitar por los mismos caminos que transitaron aquellos que, en su momento, no disponían de dinero ni para pagar haberes a empleados públicos. Un hecho que fue cuestionado.
Resulta que nuestra deuda externa de 12.698 millones de dólares, registrada al 31 de diciembre de 2021, dato proporcionado por el Viceministerio de Tesoro y Crédito Público (ED 3/9/22), tenderá a crecer, con los créditos aprobados de 896 millones de dólares, a los que se suman los 400 millones de dólares, solicitados al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF). Se dijo que estos recursos servirán para dar continuidad a los proyectos de inversión pública. Y que el país tendría la capacidad para cubrir los préstamos.
Ahora el destino económico de Bolivia, con once millones de habitantes, dependerá de las instancias crediticias, como el Banco de Desarrollo de América Latina – Corporación Andina de Fomento (CAF), Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (FONPLATA) y Fondo Internacional de Desarrollo (FIDA).
La deuda por habitante boliviano fue de 1.600 dólares en 2020. La cifra más alta en la historia, se arguyó. Entonces la deuda externa se estimaba en 12.172 millones de dólares. En el año 2007 era de 557 dólares y la deuda externa alcanzaba a 2.208 millones de dólares. ¿Ahora a cuanto habría ascendido el monto que debe cada ciudadano?
Los pobres continúan siendo pobres. No han superado la austeridad, que conlleva hambre y miseria. Desnutrición de niños y frustración de jóvenes. Una mayoría de la población no ha logrado mejores condiciones de vida. No sabemos a quiénes habría beneficiado el chorro de billetes verdes provenientes del exterior.
En suma: ojalá que dicho dinero sea debidamente utilizado.

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