lunes, septiembre 2, 2024
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¿Para qué sirve pensar?

Solo el ser humano tiene la capacidad de pensar, crear y discernir. Estas cualidades no solo nos hacen únicos ante la creación, también nos hacen responsables ante ella y ante el prójimo, pues el pensar da paso a la responsabilidad; solo un ser pensante tiene la capacidad de discernir entre actos buenos y malos. Construir una línea de pensamiento en coherencia con lo que se dice creer no resulta tan simple, pues la capacidad de pensar y el saber pensar son dos cosas muy distintas.
La aproximación hacia un pensamiento crítico y filosófico solo puede nacer desde la apreciación de lo cotidiano como algo asombroso; lo rutinario, si no es visto como aprendizaje o como manifestación estética, fácilmente se convierte en tedioso y hasta peligroso. En todo caso, la capacidad de pensar es única en el ser humano, pero esto no quiere decir que todas las personas piensen. Si bien esta capacidad es innata a las personas, no necesariamente es utilizada por todos, en muchos casos esta facultad queda subyugada por la banalidad.
Para el filósofo griego Epicuro, el pensar era la curación del alma. Pensar, o en todo caso filosofar, resulta imprescindible para poder cimentar una vida feliz y en coherencia. La banalidad, en cambio, sustituye el pensamiento por acciones, es decir, se prefiere ser parte de “algo”, ese “algo” puede ser un movimiento, colectivo, partido político, espectáculo, etc. Obviamente, no todos tienen la misma responsabilidad en la hora de ejercer la razón y el pensamiento, pues si bien todos somos iguales, no todos tenemos las mismas responsabilidades.
En el ámbito de la política, por ejemplo, se pide que los “elegidos” por el voto popular sean poseedores de una integridad intelectual elevada, esto debido a que el ejercicio de sus funciones así lo requiere. Lastimosamente, la política boliviana está muy alejada de ello, pues prevalece el prebendalismo, la corrupción, el nepotismo, el encubrimiento y la mentira, por lo menos eso es lo que nos ha demostrado el partido de gobierno en todas sus gestiones, pero ¿son los únicos culpables?
La banalidad, en el ámbito de la política sustrae para si la capacidad de pensar, pues el poder, cuando está en manos de personas con escasa preparación intelectual termina corrompiendo a su poseedor. Lastimosamente nuestro país es ejemplo diario de lo descrito, solo basta poner como referencia a la bancada de oposición de la Asamblea Plurinacional, la cual prefirió irse a “perrear” con el ritmo de Daddy Yankee antes que cumplir sus funciones como asambleístas, incluso, no faltaron los que subieron fotitos de tan “magno evento” en sus distintas redes sociales, siendo esto un lastimero ejemplo de que la estupidez va de la mano de la banalidad.
Lo que más preocupa es que tenemos a varias generaciones de políticos “formateados” en el mundo de la repetición y del algoritmo, donde pensar no está permitido, solo se requiere que levanten las manos, escriban pancartas, que se sientan “parte de algo importante” y que terminen bailando al compás de la banalidad gritando: “dame más gasolina, a mí me gusta la gasolina…”.

El autor es Teólogo y Bloguero.

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