Con esta maravillosa frase, emitida por la primera vicepresidenta del Congreso peruano, Martha Moyano, en oportunidad de recibir a la hija de la expresidenta de Bolivia, Dña. Jeanine Añez, dicha autoridad mostró su solidaridad y respeto con nuestra exmandataria, a tiempo de calificar de “injusto” su actual encierro.
A su vez, con más énfasis y firmeza en sus declaraciones, el excanciller de Perú, Luis Gonzales Posadas, calificó de “caraduras” a las autoridades del gobierno de Luis Arce y aseguró que “la hija de la señora Añez tiene cien veces más peso en el Perú, que el gobierno boliviano, al haberse cometido una injusticia con su madre”.
Emprendiendo un asombroso periplo continental, que nos recuerda a ese viejo adagio “De Herodes a Pilatos”, cuando una madre abogaba por la inocencia de su hijo, frente a una sociedad abúlica, enceguecida por el odio y la alienación, que prefirió condenar a un inocente en lugar del “delincuente confeso Barrabás”, la propia Carolina Ribera Añez estuvo presente en oportunidad de realizarse la 52 sesión de la Asamblea General de la OEA, donde, a tiempo de entrevistarse con sus más altas autoridades, así como con exministros, políticos y generales del servicio pasivo presentes, hizo que éstos solicitaran a dicho organismo internacional que se pronuncie a favor de “la excarcelación” de la exmandataria, arguyendo que ella fue condenada en un proceso relacionado con un hipotético “Golpe de Estado”.
Ante este cuadro conmovedor, qué distantes y rimbombantes nos suenan esos slogans como “patria o muerte, venceremos” hábilmente manejados por aquellos cipayos que están a punto de hacer morir a las patrias que gobiernan, sólo para vencer su propia pobreza y aumentar sus riquezas personales. O aquella muletilla que reza: “Todos somos iguales ante la Ley” en sociedades donde aniquilaron la justicia y la Ley es sólo para aquellos que son MAS iguales que los otros.
En estas icónicas fechas de octubre, cuando los bolivianos recordamos eventos que nos enorgullecen, como la victoria de nuestras fuerzas armadas frente a la mendaz invasión guerrillera cubana comandada por el Che Guevara, con la vil intención de implantar el comunismo en Bolivia, y en desagravio al cobarde asesinato de media centena de soldados de la patria; así mismo, celebramos el retorno de la democracia, hace 55 años, hoy vilipendiada por fuerzas exógenas que la utilizan para fines non santos y en detrimento de una patria que contempla inerme su total desquiciamiento.
A modo de crear una simbología, y en momentos en que nuestra existencia se ve impostada por una ruidosa e inmisericorde fraseología política, hacemos alusión en nuestro epígrafe a dicha máxima, por ese enternecedor y sabio contenido, que bien puede calificarse como un justo homenaje a los hijos que, como Carolina Ribera Añez, hacen del amor a sus progenitores una verdadera mística de lucha.
Asimismo, en momentos de conflictividad por los que atraviesa nuestra amada República de Bolivia, alentados por grupos proclives a la línea de países como Irán, Cuba, Nicaragua, Venezuela, y la propia Argentina, que sueñan con nuestra disgregación, lo menos que debemos hacer es enarbolar ese lema que nos mantendrá unidos y alertas: “Quien ama, resiste y lucha”.