martes, septiembre 3, 2024
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Conveniencias e intereses del partido complotan contra el país

Examinada la situación de la política partidista, se llega a la conclusión de que las tiendas políticas sufren una pobreza moral increíble de creer, porque sus actos reflejan la ninguna madurez y poca capacidad de sus fundadores, que fungen como jefes y caudillos. Pasaron los tiempos en que podía decirse que había “fortaleza partidaria” porque sus jefes e integrantes poseían conocimiento de lo que significa el país y lo mucho que sus jefes han dedicado a conocer urgencias y necesidades, especialmente desde tiempos recientemente pasados, luego de la guerra del Chaco, en que los partidos tomaron conciencia de realidades y parecía que se tomó en serio las funciones que debían tener los grupos partidistas. Pero, el tiempo se encargó de mostrar cuán poco se pensó y cuán miserablemente se obró con entregas personales y de grupo imbuidas de vocación de servicio a los intereses nacionales, en aras de conseguir que el país logre superar viejos antagonismos y encuentre los cauces precisos para adquirir fortalezas, con amor y responsabilidad.
Lo más lamentable de la actividad partidista es la carencia de líderes, porque los grupos que conforman los partidos cuentan con caudillos que están muy lejos de ser líderes, si se tiene en cuenta que líder es el que conduce, dirige, piensa, ama y sirve a su organización y está libre de conveniencias personales. En cambio, el caudillo es simplemente un elemento que se sirve de su organización y muestra interés en tenerla a su servicio y disposición para demostrar egolatría a objeto de que el “yo-yismo” se sirva del país, en vez de servirlo. Este es el tipo de caudillo que está muy lejos de ser líder, que debe ser sinónimo de amor, entrega, fortaleza, estudio, principios y dedicación a las causas sustentadas en favor de la nación, mostrando que para el líder y su partido la nación o país deben ser el principio y fin de todo y todo debe estar al servicio de lo que más se ama: la Patria.
El Movimiento al Socialismo (MAS) es ejemplo claro de ser organización al servicio de su jefe, porque no hizo ni hace otra cosa que servirse de él para conseguir que el país lo sirva, como ocurrió en casi catorce años de dominio de la nación, que sirviéndose de su partido aprovechó y que ahora pretende retornar, con miras a ser otra vez un dictador que cause daños y males y que pretende reeditar con un partido a su servicio, que ahora está en el poder.
Pero no solamente vive en pugna consigo mismo, protagonizando división, sino que los otros grupos juegan con las mismas armas de división y contraposición de ideas que sólo terminará con un mayor fraccionamiento. Parece que, de todos modos, será muy difícil alcanzar unidad entre grupos que se hacen antagónicos porque demuestran solamente intereses y conveniencias personales, por satisfacer ambiciones del jefe que no pudo ser siquiera caudillo.
La situación de casi anarquía creada por el MAS muestra en estos días cómo los intereses creados y conveniencias crean condiciones para ahondar problemas que, se dice, serán favorables al masismo, porque lo que interesa es provocar división, destrozando a la parte que parece dirige el presidente Arce Catacora, parte de otra división que al parecer pretenden apoderarse de la nación no para servirla y gobernarla en bien de la nación, sino en provechos personales, además por no saber qué y cómo podría servirse al país. En simples palabras: imposible pretender servir al país sin saber cómo ni qué hacer cuando priman sólo la ignorancia, el populismo y la demagogia.

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