martes, septiembre 3, 2024
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Violencia doméstica daña la estructura humana

Organizaciones internacionales, como Naciones Unidas, han enfocado sus estudios en la violencia contra la mujer, considerando que es «todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada».
Es importante establecer que la violencia no es solo de género, sino responde a problemáticas sociales más estructurales. Y la familia, el primer núcleo social, muchas veces llega a ser afectada por el modo de vida de violencia a la que suelen ser sometidos los hijos o menores de edad. Por lo tanto, la crianza con gritos, amenazas, golpes o riesgos que dañan la salud mental y física, sin las mínimas condiciones de vivienda o alimentación, también son actos de violencia dentro de una familia.
En los últimos tres años, según datos estadísticos de la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv), las denuncias por violencia familiar y doméstica tienen los índices más altos en el país, con 35.120 casos para 2019, con 29.510 casos atendidos en 2020 y alrededor de 34.123 en 2021. Entre los departamentos con más hechos de violencia está Santa Cruz, con 40.513 casos en los tres años mencionados, mientras que hubo 20.995 denuncias en La Paz y 13.909 en Cochabamba.
Las denuncias por violencia intrafamiliar y doméstica no son solo contra la pareja conyugal, sino contra todos los integrantes de una familia, como abuelos, niños, niñas, adolescentes y otros. Estos hechos de violencia que pueden ser físicos, psicológicos o económicos, generarán a la larga muchos traumas emocionales que, de seguro, podrían no ser superados en la etapa adulta o, peor, repetirse con más intensidad cuando los afectados lleguen a construir su propia familia.
Organismos como la OPS/OMS tienen una larga historia de trabajar para mejorar la prevención y respuesta a la violencia contra las mujeres y la violencia contra niños y niñas. A continuación, mencionamos cuatro áreas prioritarias para la prevención de la violencia en la región:
Mejorar el alcance, la calidad, la difusión y la utilización de los datos sobre violencia contra la mujer y violencia contra los niños y niñas para políticas y programas basados en la evidencia.
Fortalecer la capacidad para prevenir la violencia contra las mujeres y la violencia contra los niños y las niñas.
Mejorar la respuesta del sector salud al problema de la violencia contra las mujeres y la violencia contra los niños y las niñas.
Apoyar la elaboración y revisión de las políticas y los planes nacionales de prevención y respuesta a la violencia contra las mujeres y a la violencia contra los niños y niñas.
Estas tareas de prevención deben ser asumidas por las autoridades nacionales, locales, departamentales y municipales, además de que puedan ser incluidas en programas de educación, desde las escuelas, con el propósito de identificar familias en riesgo, que puedan ser proclives a mayores hechos de violencia, desde los suicidios u homicidios. Adolescentes de forma equivocada optan por esa vía, porque en algunos casos adolecen de otro tipo de valores. Y la adolescencia puede ser vista como la peor fase para enfrentar problemas, con el riesgo de caer en alcoholismo, drogadicción o conformar grupos violentos como las pandillas.

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