Las hormonas de la felicidad se activan en el cerebro por reacciones químicas; siempre que cuenten con los reactivos necesarios, y nos conducen a experimentar emociones que promueven el aprendizaje significativo y productivo. Por ello hablaremos de los neurotransmisores que nos predisponen hacia el conocimiento siendo felices.
Empecemos con la serotonina, neurotransmisor que regula nuestro buen humor, sueño y apetito. Nos da una sensación de bienestar emocional. Trabaja muy bien con la dopamina. Son iniciadores del aprendizaje, por lo que son esenciales en nuestra práctica docente.
Las endorfinas promueven la calma, generan bienestar emocional, mejoran el humor, y potencian el sistema inmunitario. Como maestros precursores de la felicidad de nuestros estudiantes, debemos promover la práctica de algún deporte, la espontaneidad, y otras actividades como: bailar, cantar, pintar, moldear, correr, nadar, jugar, relacionarse con los demás. Estas actividades liberadoras, naturales, deben estar incluidas en las estrategias de aprendizaje que los maestros desarrollamos, para motivar a nuestros estudiantes bajo un clima de emociones positivas, y que reconozcan las necesidades en su diversidad.
Nuestro cuerpo produce dopamina, conocida como la hormona de la satisfacción, que da una sensación agradable y placentera para activar la motivación al realizar ciertas actividades, además de favorecer la atención, la memoria y la capacidad para resolver problemas.
La química también está presente cuando recibimos y damos abrazos o en contacto visual con otras personas, o cuando nos escuchan y prestan atención, ya que estimulan la producción de oxitocina que promueve la empatía y pertenencia a un grupo, así como seguridad y confianza para crear vínculos emocionales fuertes. Nuevamente se evidencia la necesidad de trabajo cooperativo y la inclusión con equidad, para promover la pasión en las actividades estudiantiles. Lo que nos lleva a reflexionar sobre la importancia de las áreas técnicas, y la articulación de campos de conocimiento para desarrollar estrategias de aprendizaje y así lograr una formación integral.
La epinefrina, hormona de la acción, es conocida como adrenalina. Es la emoción que añade vitalidad y buen humor a nuestras acciones y proporciona una sensación de placer y relajación del cuerpo. Es la solución perfecta para la rutina o el aburrimiento. Por lo que es importante sorprender a nuestros estudiantes con actividades que logren despertar su atención y curiosidad.
Después de las actividades del día, al dormir nuestro cuerpo produce melatonina, la hormona del sueño, que ajusta los patrones de sueño vigilia, ya que nuestras células se regeneran cuando dormimos. Es importante que nuestros estudiantes conozcan que las horas de sueño son esenciales para el aprendizaje.
Muchos buscamos la fórmula de la felicidad, sin conocer que estas reacciones químicas ocurren dentro de nosotros. La química es parte de nuestra vida, y como maestros debemos hacer que nuestros estudiantes tengan interacción natural con el medio ambiente, la naturaleza, al practicar algún deporte, nutrirse adecuadamente, comer delicioso, tener pasatiempos, meditar, manejar el estrés, ser agradecidos, trabajar, tener objetivos en la vida, para producir las hormonas de la felicidad que nos permitan cuidar de nuestra salud mental y bienestar emocional, hacia una formación integral.
Química, felicidad y aprendizaje
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