En Bolivia ha sido una mala costumbre deshacerse de personajes indeseables enviándolos como embajadores. Hemos visto, en anteriores gobiernos, cómo probables rivales políticos y militares sospechosos de golpistas, han sido enviados a lo que se llamó “exilios dorados”, lo peor que puede hacer cualquier nación.
Sin embargo, lo que está sucediendo con las designaciones masistas en Paraguay, nos avergüenza a todos, y ahora se está a punto de cometer un nuevo error. Se trata de la postulación de la exdiputada del MAS, Lidia Patty, para encabezar nuestra embajada en Asunción. Es decir que sucedería en el cargo al divertido Mario Cronembold, famoso por su tik-tok del tereré, bellacada insulsa que cayó tan mal entre nuestros hermanos guaraníes y le significó su cese, hace un año.
Y sucederá, a su vez, al ayoreo Rosendo Alpiri Nomine, quien, a sus 29 años de edad, había participado de un proyecto “Fantasma” en el Fondo Indígena (FONDIOC), donde los masistas se robaron tantos cientos de millones que resultan incontables. Pues bien, Rosendo, que usaba un cuero de jaguar en la cabeza, para señalar su origen selvático a los paraguayos, abandonó su cargo en Asunción, de buenas a primeras, declarándose perseguido político de Evo Morales, justamente quien lo había designado embajador. Rosendo desapareció ante el estupor de la Cancillería paraguaya –y de la boliviana– y apareció meses después en Calama, Chile, dicen que trabajando de albañil.
La actual candidata, que seguramente será aprobada en el Senado nacional, es una indígena, una “señora de pollera” mejor dicho, cuya afición es entablar juicios a los opositores, pese a que sus acusaciones verbales son incomprensibles por la incorrección de su lenguaje. Ha demandado a Luis Fernando Camacho, Gobernador de Santa Cruz y también se estrelló –seguramente inducida por alguien– contra la expresidente Jeanine Añez, canallescamente prisionera del MAS hace casi dos años. Su afición de pleitista me hace temblar a mí también, por escribir esta nota.
Tres “fichas” consecutivas está queriendo enviar el gobierno masista a un vecino digno, amigo, deseoso de mantener las mejores relaciones con Bolivia, y que se esmera en enviar a La Paz a representantes de primerísimo nivel, uno de cuyos ejemplos fue la embajadora Julia Velilla, diplomática de alto vuelo y persona incomparable, que dejó los mejores recuerdos en nuestro país.
Para evitar la recepción de personajes que humillan, que ofenden a una nación, existe en diplomacia lo que se llama el “agreement” o “placet”, que es la conformidad de un gobierno para aceptar a un embajador en su territorio. Paraguay puede expresar su beneplácito a la señora Patty o negarlo. Claro, negar un “placet” a un vecino es engorroso, pero, bueno, si no se quiere ser basurero de embajadores bien haría Paraguay en pensarlo.
Paraguay: basurero de embajadores bolivianos
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