lunes, julio 8, 2024
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Diferencias entre lo ocurrido en Bolivia 2019 y Perú 2022

El autogolpe de Estado que se dio a sí mismo, hace poco, el expresidente peruano, Pedro Castillo, da lugar hacer una comparación con lo que sucedió en Bolivia en las jornadas “negras de noviembre” del 2019, cuando Evo Morales, dejó la presidencia del país y huyó al exterior.
Lo que pasó recién en Perú, sí es un verdadero golpe de Estado y golpe a la Democracia porque el todavía presidente hasta ese entonces, Pedro Castillo, decidió disolver o cerrar el Parlamento y gobernar mediante decretos-leyes. La plena democracia funciona o está en plena vigencia cuando todos sus poderes u órganos que conforman están en total funcionamiento. Basta que uno de ellos no esté en actividad, ya no es democracia. Eso ocurrió en el Perú recientemente que por unas casi tres horas el Congreso o Parlamento estuvo sin funcionar.
En cambio, lo acontecido en Bolivia en noviembre del 2019, donde no hubo golpe de Estado como quiere hacer creer el oficialismo en la actualidad, sí funcionaron plenamente los cuatro órganos del Estado. No dejó de trabajar ni por un minuto la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Cumplió de manera plena sus funciones, donde además el Movimiento Al Socialismo (MAS) tenía dos tercios en el mismo.
En el Perú hubo una clara sucesión constitucional, donde la vicepresidenta Dina Boluarte, se mantuvo valiente y estoicamente en ese cargo sin renunciar (en cambio en noviembre del 2019 García Linera sí renunció y escapó junto a Evo Morales), siendo ahora la primera mujer presidenta de ese país. Además, tampoco hubo renuncias colectivas como del presidente de Diputados (siendo la única cámara legislativa de acuerdo con su Constitución Política del Estado) y sí correspondiera la sucesión a otras autoridades siguientes. En tanto que en Bolivia la presidenta del Senado y presidente de Diputados de ese entonces renunciaron con efecto dominó.
Tampoco en Perú existió vacío de poder en el Ejecutivo y si hubo fue por escasas horas que ni se lo sintió. En cambio, en Bolivia en noviembre del 2019, sí existió un vacío de poder en esa instancia de dos días, pero la ALP siguió trabajando con normalidad en sus actividades de forma permanentemente, como primer poder del Estado.
Lo suscitado hace poco en el vecino Perú, se constituye en otro elemento que desbarata totalmente la tesis del MAS de que en noviembre del 2019 hubo golpe de Estado en el país y que el gobierno transitorio de Jeanine Añez fue golpista. Habiendo ella, juntamente con los dos tercios del MAS, pacificado la nación para después convocar a elecciones generales y entregar el poder respectivamente.
Otra gran diferencia es que las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional del país a pesar de existir el vacío de poder todavía siguieron bajo el mando del partido de gobierno del MAS, esperando que la convulsión social siga creciendo de manera gigantesca para que se pongan del lado de la sociedad civil, sin hacer prevalecer nuestra Ley de leyes. En cambio, en el Perú sus Fuerzas Armadas y Policía Nacional lo primero que hicieron es hacer respetar su CPE. En otras palabras, actuaron de manera constitucional y patriótica, dejando a un lado el partidismo político.
Lo suscitado en el vecino país, debe ser un fuerte llamado de atención a los gobernantes de nuestro continente, compuesto en una mayoría por corrientes populistas o llamado “Socialismo del Siglo XXI”, para que no cometan semejante barbaridad similar a la del ex presidente peruano Pedro Castillo, quien seguramente más adelante pagará de manera muy drástica a nivel jurídico-legal por lo menos con 20 años de prisión, su tremenda osadía de cometer ese delito constitucional.
Otra gran lección que nos deja lo acaecido en el país incaico, es que la independencia de poderes, base principal para el funcionamiento pleno de una verdadera democracia, está en su punto más alto y digno de ser imitado especialmente por todas las instituciones que conforman el descompuesto Estado Plurinacional de Bolivia.
La democracia institucionalizada en el Perú, hoy más que nunca debe merecer un gran reconocimiento mundial por las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos (OEA) y demás instituciones internacionales que defienden esa forma de gobierno – inventada hace miles de años por el hombre– llamada democracia, con sus virtudes y defectos.

El autor es Comunicador Social.

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