La adaptación de esta historia para el público norteamericano supuso un reto e incluso una cuestión verdaderamente orgánica. “Quisimos crear una versión realmente estadunidense”, continúa Nicastro. “Muchos de los temas abordados nos parecieron relevantes para nuestra época- la conexión y la comunidad, el abandono del pasado y la bienvenida que debe darse a la vida con los brazos abiertos”.
No es el mundo cambiante lo que fastidia a Otto- es sólo que él ve muy claramente la manera como el mundo podría operar beneficiando a propios y extraños, pero asimismo detecta una población que toma atajos y lo empeora todo. “A diferencia de muchos gruñones, Otto no intenta solamente preservar a sus seres queridos, tampoco desea preservar el estatus quo”, explica Hanks. “Otto desea un balance e igualdad para todos los que comparten su calle, y la mejor manera de compartir dicha calle es cuidarla para que todos consigan disfrutar de los beneficios”.
“Todas las personas que han leído el guion o que me han hablado del libro comentan que conocen a un Otto”, dice David Magee, quien se ha reunido con Marc Forster después de que ambos colaboraran en Finding Neverland, al comienzo de sus respectivas carreras. “Tienen alguien en sus vidas- un primo, un abuelo- que estalla por cualquier motivo, que se muestra terco cuando opina, que no cede, de una manera que a veces resulta harto frustrante, o por lo menos cómica. Pero, debajo de esa actitud, sabemos que existe una persona con un corazón enorme, alguien que nos importa mucho. En mi caso, a pesar de que mi padre era muy distinto, reconocía en él ese estoicismo malhumorado que afloraba cuando las cosas salían mal”.
Y las cosas han salido mal para Otto. “Su vida es un ritual cotidiano, pero, de pronto, todo cambia”, dice Hanks. “Su esposa ha fallecido. Él debe retirarse. Han llegado vecinos nuevos. Comienza a sentir que lo único que le queda es su rutina diaria y ahora le parece que se ha enfrascado en una batalla final contra la tremenda implacabilidad del destino”.
“En realidad, Otto está lidiando con el tiempo- con el terco tiempo, que pasa y pasa- y el tiempo termina convertido tanto en el villano como en el héroe de esta pieza”, prosigue Hanks. “Otto detesta el paso del tiempo. Se rebela contra el hecho de que ha llegado la hora de retirarse; no le agrada que su esposa haya envejecido y desarrollado el peor de los males, no acepta que su tiempo haya terminado”.