Para Rita Wilson, el personaje combinaba elementos cómicos y dramáticos que sólo Hanks podía insuflar con vida en las salas de cine. “Tom comenzó como cómico y yo le pregunté, ‘¿Por qué no has realizado más comedia últimamente?’ Su trabajo reciente ha sido excelente, pero totalmente dramático. Él me respondió, ‘Es difícil hallar proyectos con la sensibilidad cómica adecuada’. La cinta se alineó con su talante histriónico, pero asimismo con aquello que a él le gusta añadir, un ángulo cómico capaz de ajustarse a la situación”.
“Tom Hanks es un actor brillante. Un icono”, comenta Marc Forster, quien dirige la cinta. “Es extraordinario. Cada papel que desempeña se torna verosímil, gracias al increíble corazón que el actor tiene y con el que uno puede identificarse. Tom proviene de la comedia, es muy bueno para la comedia física, su sentido del tiempo y sus movimientos suelen ser brillantes- pero a la vez estamos hablando de un extraordinario actor dramático. En este papel, él consigue mezclar ambas habilidades, lo que convierte a Otto en un personaje sui generis. Puede sentirlo, puedes reírte de él, puedes reír con él, y puedes llorar a causa de todo aquello que le ocurre”.
La sensibilidad cómica, mezclada con algunas de las preguntas existenciales más grandes, aporta una emoción por demás auténtica. En palabras de Wilson, “Esta historia es realmente universal. Tiene mucho que ver con todas esas cosas que la gente debe atravesar. ¿Cuál es nuestro propósito? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué queremos de esta vida? ¿Cómo podríamos cambiar la percepción que tenemos de la gente que nos rodea?”
La productora ejecutiva Renée Wolfe, socia de Marc Forster, señala que precisamente esa mezcla de comedia y cuestionamiento existencial fue lo que atrajo al director, tras haber capitaneado previamente proyectos tan variopintos como Finding Neverland o la cinta de James Bond, Quantum of Solace. “Marc destaca por el trabajo que realiza con los actores a fin de extraer la verdad y la honestidad en cada escena”, dice. “Verlo trabajar junto a Tom, a fin de desarrollar incesantemente a Otto, su personaje, tanto en lo dramático como en lo cómico, supone un gozo enorme. Tom y Marc compartieron un lenguaje creativo en el set, algo digno de verse”.
“No es sencillo crear una historia personal que a la vez pueda aportar algo al público mundial”, prosigue Wolfe. “En cierto sentido, el carácter de Otto se parece al de cada uno de nosotros. Similar a Chaplin, Otto refleja mucho de lo que el mundo siente actualmente- esa necesidad de conectar unos con otros, algo que no sabemos poner en marcha. Este es el don tan especial de Marc. Pudo darse cuenta de que, a pesar de que Un Vecino Gruñón es, en el fondo, un análisis de personajes, la historia debía resonar con toda clase de público”.
“Los elementos cómicos de la historia resuenan con todos nosotros por su tremendo humanismo y su evidente gracia”, dice Forster. “Todos podemos enfurecernos de cuando en cuando, y esto es algo que notamos en Otto. ¿Cuánta gente no se enoja al volante? Esto no es distinto de lo que le ocurre al personaje”.