miércoles, septiembre 4, 2024
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Opinión desde el exterior

Una opinión desde el exterior a veces es sesgada y solo orientativa en cuanto a una percepción real de una determinada realidad, por lo tanto, lo que acá diré solo y exclusivamente está basado en una apreciación intangible de esa realidad “de facto” que planteará al final si el modelo actual socialista debe mantenerse, o al menos es mejor a que el modelo neoliberal resurja entre las tinieblas.

Como punto comparativo entre etapa neoliberal (años noventa), actuaciones similares al del gobierno transitorio vs. Etapa del socialismo del Siglo XXI en sus dos vertientes (la etapa inicial 2006 hasta 2019) y la etapa actual desde el 2020 a la fecha.

Para recordar un poco y respecto al modelo socialista actual, el mismo data en el ejercicio del poder desde el año 2006, por lo cual a partir de este momento habrá que diferenciar si política y económicamente dicho modelo es igual o si diferencia al presente, o lo que es lo mismo, cuál de ellos tiende a tener mayores rasgos de cobertura de intereses colectivos.

En lo político, este modelo socialista, sin duda estuvo marcado desde sus orígenes “Siglo XXI” por el caudillismo y liderazgo de un ex dirigente político-sindical, quien desde muy joven planteó que era posible “otra Bolivia”. Siendo que a partir de este personaje se comenzó a articular una serie de planteamientos ligados a un plan de gobierno y propuesta política partidaria eleccionaria, pero sin duda acompañada de un equipo técnico que en materia de planificación y economía vislumbraban también que otra Bolivia era posible.

Este equipo técnico-político estuvo desde sus orígenes liderada por Carlos Villegas y Luis Arce Catacora, éste último elegido por el pueblo boliviano con más del 54% de votos en las últimas elecciones presidenciales y a quien muchos le reconocen la estabilidad económica actual de Bolivia y quienes otros también lo critican por las debilidades institucionales actuales, como si de este fracaso fuera el único culpable.

Sin duda, no se debe desconocer que esa simbiosis política-económica vista por estos personajes “diferentes”, pero unidos por un solo pensamiento, cual es “ver otra Bolivia es posible”, hizo que el país andino se encuentre en un nivel envidiable económicamente visto desde el exterior; por tasas de crecimiento alentadores, balanzas comerciales positivas, ingresos fiscales adecuados y una administración de la cosa pública muy positiva que hace que sin duda entre las dos opciones (político-económico) el hecho económico marque la diferencia entre ambos personajes.

Actualmente, en el ámbito político no solo no se cuenta con liderazgos antagónicos al de los dos personajes, sino que lastimosamente sus propuestas programáticas se alejan mucho de lo que se ha ido desarrollando en estos más de 15 años y como muestra tenemos el año administrado (1) por la derecha neoliberal en Bolivia, que lo que produjo fue mayor resentimiento ente bolivianos y menos credibilidad respecto a por qué pretenden estar en el poder o qué es lo que buscan, pero claramente los apetitos personales primaron antes que cubrir las necesidades sociales.

Ahora bien, en el ámbito político, hubo y existe un desgaste poblacional y social respecto a los apetitos de poder de Morales y solo el hecho de que éste pueda candidatear en unas próximas elecciones nacionales, sometería al pueblo de Bolivia a ser cómplice de que si lo hiciera se estaría legitimando y legalizando la re-postulación indefinida, “jurídicamente criticado” y, lo que es peor, poniendo en un plano internacional a Bolivia en una evidencia de resquebrajamiento institucional muy cercano al autoritarismo que mucho mal podría hacerle al país.

Por otro lado, existen dirigentes políticos del periodo anterior del modelo socialista que en vez de ser parte de soluciones institucionales y políticas y/o ser parte de un mismo proyecto, han preferido dar la espalda al mandatario actual, intentando incluso desconocerlo y enfrentarlo contra su mismo partido y bases sociales, cuando en realidad mucho se le debe al actual presidente no solo por lo que hace actualmente sino por lo que hizo para mantener con firmeza el modelo actual.

No obstante, lo anecdótico es que actualmente existe gente vinculada con el presidente morales que trabaja muy cercano al presidente Arce, pero ¿hasta qué punto éstos le serán fiel al actual mandatario?, solo él lo sabe.

Asimismo y un hecho innegable es que en lo político, entre Morales y Arce Catacora, se encuentra un hombre absolutamente identificado con la esencia revolucionaria indígena, ideólogo del principio supremo del modelo económico y social actual, cual es “vivir bien y en armonía”, y quien diríamos aglutina e identifica a una inmensa mayoría indígena originaria del país y pilar político a nivel internacional de la gestión o período socialista anterior inicial e ideólogo del instrumento político por la soberanía de los pueblos IPSP.

Si bien el Estado de Derecho y la reconocida separación de poderes visto desde el exterior, además de ser un asunto sensible de tratar, es justo reconocer que sufre un inquietante menoscabo de uno contra el otro, y manoseo indiscutible, no es menos evidente que dicho desfase institucional entre órganos de poder no es solo un problema actual sino continuo y propio de países como Bolivia.

A pesar de lo anterior, no hay peor ciego que aquel que no quiera ver, y lo evidente es que esta crisis institucional no es ilusión o humo disuasorio, sino que existe y es verdad, aunque diría, visto desde el exterior, tendiendo a la fecha a mejorar el pasado inmediato de Añez y también procurando mejorar el inicio de esta crisis institucional del Siglo XXI existente dentro el primer periodo socialista.

Lo importante ante esta situación o coyuntura de inestabilidad política -institucional, entre los dos amplios favoritos de cara a unas próximas elecciones, es saber cuál de esos personajes estaría a favor de cambiar este panorama inestable, proponiendo desde una modificación constitucional hasta fortalecer las instituciones o, lo que sería más relevante, cuál de ellos estaría dispuesto a descentralizar el poder y fortalecer la democracia en el país.

Lo evidente, es que cuando decimos los dos amplios favoritos, significa que hasta tanto y en cuanto no exista una opción política partidaria, con ideología propia y una propuesta de modelo de Estado que proporcionaría ilusión al boliviano, no existe posibilidad de un triunfo político sino simplemente personal, aunque sin duda la experiencia nos dice que muy poco los actores de oposición han actuado siendo propositivos, sino que se han consolidado más bien como actores parte de los problemas.

Por las declaraciones políticas de máximos dirigentes evistas, la ambición mediata es volver al poder a toda costa y creer que solo ellos pueden administrar al Estado; por otra parte, los dirigentes políticos arcistas procuran hacer gestión del poder actual aún, y a pesar de críticas de todos los bandos, visto desde el exterior, no deja de ser una gestión adecuada de la administración de la cosa pública.

A pesar de la falta de institucionalización, la desconfianza en los órganos del Estado y sobre todo la ausencia de líderes opositores que “crean en una mejor Bolivia”, creemos que en lo político no hay mejor opción que la línea de gobierno actual y en lo económico ni qué hablar, lo cual nos inclina a pensar que un cambio en la dirección política partidaria encabezada por Arce-Choquehuanca a crearse es fundamental, como trascendental es reconocer que el modelo económico actual es lo mejor para que sobre éste se fundamente una verdadera revolución socialista en Bolivia, visto desde el exterior, o lo que es simple de responder, ante una inminente segunda vuelta, ¿por quién uno se decantaría?

 

El autor es abogado.

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