domingo, septiembre 1, 2024
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Una personalidad asertiva

Francisco Arias Solís

“Una me dijo que sí otra me dijo que no: la del sí quería ella; la del no, quería yo”. Augusto Ferrán.

El arte de decir no
Decir “no, gracias” oportunamente sin herir la susceptibilidad es un arte o una técnica que no todos dominan. La vida nos enfrenta a situaciones en las que inevitablemente hay que dar una respuesta negativa. Para muchas personas esto supone un auténtico suplicio y no son capaces de defender sus derechos mediante el simple proceso de decir no; sencillamente se someten a los deseos de los demás y encierran los suyos en el interior. Los psicólogos llaman a este tipo de conducta “personalidad inhibida”.
Generalmente, la persona inhibida no es consciente de su problema emocional, justifica su pasividad con miles de excusas, y le supone el mismo conflicto negarse a una propuesta de matrimonio o a realizar el trabajo sin medidas de seguridad.
En el fondo de esta incapacidad para rechazar situaciones subyace un comportamiento de temor, miedo a perder la estimación de los otros.
Lo ideal es tener lo que los psicólogos llaman una personalidad asertiva que podría definirse, como sentirse libre para manifestarse y comunicarse con personas de todos los niveles y tener una orientación activa en la vida actuando de un modo que se estima respetable.
Quien tiene una personalidad asertiva ajusta las situaciones a sus deseos, y cuando dice “no, gracias” realmente lo siente. Por el contrario la inhibida se ve forzada a aceptar aquello que no desea. Y siempre contesta con un tibio “sí, gracias”.
Conseguir decir “no, gracias” sin que por ello se produzca un conflicto emocional o un sentimiento de culpabilidad es posible. Lo cual no significa, naturalmente que haya que negarse a todo lo desagradable por sistema: lo esencial es conjugar una personalidad propia con el servicio a los demás.
Entre los peligros de incapacidad para decir no, se puede señalar los siguientes: Crear situaciones que hacen perder el respeto por uno mismo; originar malos sentimientos, ya que al permitir que los demás nos exploten continuamente, crece el resentimiento, y contribuir a la falta de comunicación entre el individuo y el resto de las personas. Decir sí cuando se quiere decir no es una forma poco honesta de dirigirse al resto de las personas humanas.
Saber decir “no, gracias” es una técnica que se puede llegar a aprender. Cuando se plantea una situación en la que se deba dar una rotunda negativa es conveniente que ésta sea breve, clara, honesta, directa y firme, y es importante que el tono de voz sea moderadamente alto y confiado. La firmeza no está reñida con la amabilidad. Para sobrevivir en esta jungla es indispensable aprender a decir “no, gracias” con firmeza y amabilidad. Y es que como dijo el poeta: “No me gusta a mí esa gente / que no se atreve a decir / la verdad de lo que siente”.
No hagamos las paces con la guerra, tampoco levantemos guerras con la paz.

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