martes, septiembre 3, 2024
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Para salvar a la selva amazónica y al mundo es esencial tener nuevo modelo de desarrollo

André Juliao

A los 71 años y jubilado desde el año 2016 del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, en portugués), en donde trabajó durante más de 30 años, el climatólogo Carlos Nobre parece haber asumido ahora su reto más audaz.

“Pasé toda mi carrera señalando los problemas, pero ahora pretendo buscar las soluciones”, dijo el científico durante la conferencia de apertura de la Escuela Sao Paulo de Ciencia Avanzada (ESPCA) Amazonia Sostenible e Inclusiva, realizada entre los 21 de noviembre y 5 de diciembre en la localidad de Sao Pedro, interior del estado de Sao Paulo (Brasil), con el apoyo de la FAPESP.

Seguido atentamente por un auditorio compuesto por alrededor de 80 jóvenes investigadores de Brasil y de otros países latinoamericanos, Nobre hizo alusión al futuro sombrío que les espera la Amazonia y al mundo en caso de que el Acuerdo de París no se cumpla y que el planeta se caliente más de 1,5 °C al final del corriente siglo. Actual investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo (IEA-USP) y copresidente del Panel Científico para la Amazonia, Nobre tiene un plan ambicioso –y necesario– para el futuro de la selva amazónica, que incluye la creación de un “MIT de la Amazonia” (una referencia al Instituto de Tecnología de Massachusetts, en Estados Unidos).

“Tenemos que crear una nueva bioeconomía para la Amazonia y el AmIT, tal como lo estamos llamando, es una propuesta que apunta a formar mano de obra para ello en la región, y crear las tecnologías necesarias para desarrollarla de una forma que ponga en valor la biodiversidad y mantenga la selva en pie”, dijo durante su disertación, pocos días después de su regreso de la 27ª Conferencia del Clima de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la COP27, realizada en Egipto.

“Fue un evento político que puede significar una mejoría significativa al respecto de cómo trata Brasil a la Amazonia. Somos optimistas ahora al pensar una Amazonia con deforestación cero, con una bioeconomía de la selva en pie, donde un árbol vale más erguido que talado, como dijo el [entonces] presidente electo Lula da Silva en su discurso en la COP”, afirmó el científico en declaraciones a Agencia FAPESP al final de su conferencia.

Según Nobre, para ello resulta sumamente importante buscar soluciones innovadoras, ya que no existe en la actualidad una economía a escala global, o incluso a escala amazónica o nacional, que valore los productos de la selva. “Es muy importante difundir estos desafíos”, dijo.

El 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil es producto del desmonte, lo que puede constituir una gran ventaja en el escenario internacional. Aun cuando ocupa el séptimo puesto en emisiones planetarias, Brasil es el único país que puede concretar un gran recorte de las mismas sin perjudicar su actividad industrial. En los países desarrollados, la industria y la generación de energía son las mayores fuentes emisoras.

Sin embargo, aun cuando se elimine la deforestación y lo que fue devastado de la selva amazónica se recupere, sin una disminución radical de las emisiones de los países desarrollados, el mundo seguirá calentándose. Con más de 4 °C en la temperatura local, la selva no resistiría.

“Hay que entender que la atmósfera es compartida por todos. Las mismas moléculas de aire que estamos respirando ahora han sido respiradas por personas de todo el mundo. La disminución de las emisiones debe ser una tarea de todos”, resumió Paulo Artaxo, docente del Instituto de Física (IF) de la USP y miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, disertante durante segundo día de la ESPCA.

“No es posible aspirar a un crecimiento económico infinito con recursos finitos”, afirmó el físico.

 

LOS CAMBIOS

Carlos Nobre apuesta a un audaz conjunto de medidas, que incluye transformar el actual Arco de la Deforestación –una zona en donde la frontera agrícola avanza de este a oeste, desde el sur del estado de Pará hasta el estado de Acre, pasando también por los estados de Mato Grosso y Rondônia– en el Arco de la Reforestación.

La recuperación de unos 500 kilómetros cuadrados perdidos costaría decenas de millones de dólares, algo que un fondo como el que se propuso en la COP27 podría financiar.

“La selva amazónica no tocada posee una tasa de remoción neta que se ubica entre los 1.000 y los 2.000 millones de toneladas por año de dióxido de carbono de la atmósfera. Son entre 150.000 y 200.000 millones de toneladas almacenadas, un servicio ambiental inmenso que se le suministra al resto del planeta”, apuntó Nobre.

El enfrentamiento de los retos tendientes a mantener la selva en pie requiere de un conjunto de habilidades que excede los límites de las disciplinas científicas, por eso la Escuela configuró una selección de un conjunto de jóvenes investigadores con formación diversa, desde las ciencias biológicas a las humanidades, con el objetivo de pensar soluciones destinadas la región.

“Pienso que las investigaciones en la Amazonia deben concretarse en el marco de equipos multidisciplinarios en los cuales haya gente con formación en ciencias humanas, sociales, biológicas y exactas, pues la solución debe volcarse hacia la sociedad, que está compuesta por todos esos puntos de vista. No podemos pensar únicamente en la conservación, sino que también debemos pensar al respecto del bienestar y de las condiciones de vida de quienes viven en la región amazónica, que son casi 28 millones de brasileños, y alrededor de 35 millones si tenemos en cuenta a la cuenca amazónica como un todo”, comentó Carlos Joly, profesor emérito de la Universidad de Campinas (Unicamp), miembro de la coordinación del Programa FAPESP de Investigaciones en Caracterización, Conservación, Restauración y Uso Sostenible de la Biodiversidad (BIOTA-FAPESP) y organizador del evento.

Según el arqueólogo Eduardo Góes Neves, director del Museo de Arqueología y Etnología (MAE) de la USP y también disertante en el evento, la Amazonia estuvo densamente ocupada en el período anterior a la colonización portuguesa, y los pueblos originarios supieron y saben muy bien cómo manejar los recursos de la selva sin degradarla.

Por ende, una parte de las soluciones puede provenir de aquello que se sabe de las poblaciones actuales y de lo que ha venido revelándose durante las últimas décadas en el marco del trabajo del grupo del investigador referente a la ocupación de aquel territorio en el pasado.

“Siempre ha habido mucha gente en la Amazonia. Había millones de indígenas y lo que compone el actual paisaje amazónico es el resultado de la modificación que han ejercido los pueblos indígenas en el transcurso del tiempo. Por eso no es posible separar la protección de la naturaleza de la protección del modo de vida de las poblaciones tradicionales. No son cosas contradictorias, sino complementarias. Y cualquier cosa que queramos pensar para el futuro de la Amazonia debe contemplar la presencia de los pueblos de la selva, que son los pueblos indígenas, los pueblos ribereños y los quilombolas, los descendientes de los habitantes de los palenques. Aquella idea de preservación sin las poblaciones tradicionales, aparte de ser socialmente injusta, no tiene base en los datos que aporta la arqueología”, culminó diciendo el investigador… (Agencia FAPESP).

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